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—Ya, los comerciales, ésos si que... ¡Coño es que no hacen bien una puta cosa, sólo jodernos! Cuando no se equivocan en un precio, prometen entregas en plazos imposibles, o garantizan descuentos que nos tenemos que currar nosotros. Pero ojo: en su comisión no aceptan una mínima rebaja, aunque supusiera una ganancia mínima para la empresa. Y es que como luego “Ellos son los que nos mantienen con sus ventas”, como dice el joputa el Javi.
Tío, cuándo me empieza a fardar de coche, de móvil y de mierdas... me pongo como el caballo de un indio. Y a los jefecillos sólo les falta recibirlos con una pancarta que ponga “¡NAMASTE!”
—Ya, José, pero mira, yo paso de ellos, ¡qué les den! Tengo claro que no son mis compañeros. Es más, si te das cuenta, incluso los jefecillos nos tratan como si nosotros fuésemos el batallón de castigo, y ellos la tropa de elite. Por eso te decía lo de Carmen. Yo me quito el sombrero, y lo que haga falta si me lo insinúa, ante ella.
No, en serio, fiera, no te rías. ¡Joder, es verdad! La jabata no se esconde: llega tarde, hay momentos en los que ni dios sabe donde está, trabaja más como secretaria de dirección que como administrativa, y ya me dirás el curro que eso le da: imprimir cuatro pijadas, hacer cinco llamadas, y dejar que la inviten los otros babosos a café, copa... pero nada de puro. No, eso lo guarda para el trapichero de su novio, el tuneado.
¡Ah, se me olvidaba, es la fotocopiadora oficial del reino! Si es que la tía es la más lista. Ya viste, entró más o menos cuando yo, y es el ama del cotarro. Cuando llegó el buen tiempo, se sacó de la manga eso de la jornada continua, para cuidar de la madre, y ¡joder! La madre debe de pasarse la vida metida en un horno, ya viste lo morena y crujiente que nos venía en verano. Y ahora, en invierno, estoy seguro de que está tumbada en casa, viendo a la tía esa de Antena 3,... la Patricia.
Luego se maqueará, le dirá a la vieja que le planche la ropa, y saldrá a la calle con su korki de cartera generosa. La tía por ahí hasta las tantas, y a la mañana siguiente al curro, a lucir palmito, que para eso cobra, que para currar ya estamos los otros palmos. A los que de vez en cuando bendice con su sonrisa mientras nos pide un favor, o nos cuenta lo buena que es y lo bien que se lo pasa.
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