Hay veces en que me rebelo ante la vida, ante sus injusticias. No creo en ningún dios, profeta o ideólogo. Creo en Prince, creo en el Amor y creo en mí. Mi nombre es Nino Ortea.
Bueno, también creo en la suerte.
No soy alguien con mala estrella, quizá por ello me quejo lastimeramente las contadas veces en que me llevo un contratiempo. Conozco a personas cuya vida es rigurosa, pero que nunca definirán su situación como injusta. Son personas generosas con todo lo que tienen. Son personas que, como Lucía, siempre encuentran un algo bueno de lo que desprenderse y compartirlo. Me maravilla el altruismo ajeno. Me avergüenza mi flojera. Ante los reveses vitales me quejo, me lleno de ira o me ofusco en mi lamento. Ellos actúan con esperanza. Prince, Bowie, Huston, Lynch… en ellos cualquier obra transmite sentimiento.
La Realidad es más ilusionante que la Fantasía. En Chile, unos mineros atrapados bajo tierra mantienen su ánimo sin derrumbarse. Han vencido la lucha con sus demonios internos. Yo apenas aguanto 9 horas de encierro y ellos llevan más de 1440. Me emociona verlos por televisión. Ver cómo transmiten ánimo y esperanza a quienes los acarician al otro lado de las pantallas que los comunican. Tras saber de su estado, suelo apagar la televisión y salir al balcón. Respiro profundamente y dejo que me inunde la sensación de vida. Incluso en tardes como ésta en la que el viento del sur ha traído la tormenta anunciada.
Los mineros y las pantallas de televisión. Los amigos y las pantallas de ordenador. Aquí estoy, empantallado.
George Orwell preconizó que ésta sería la época de las pantallas. Temió un tiempo en el que se instauraría un nuevo orden mundial sustentado por el control de la imagen. Acertó a su pesar, como Casandra. Hay dones que se sienten como maldiciones. Otro más sería el de la sensibilidad.
Tengo miedo a Internet. A que mi egocentrismo y mis debilidades me atrapen en su irrealidad. Tengo recelo de Internet, de los intereses económicos que hay tras su “todo gratis”. No creo en ningún dios, sí creo en un demonio: Google. Pero, ante todo, creo en mí. En mi capacidad para convivir con mis demonios. Por eso abrí este blog. Por eso lo mantengo abierto. Por él han entrado muchas cosas buenas. En él me he reencontrado con muchas personas buenas.
Hacía 20 años que no tenía contacto con Cristina. En febrero me saludó con la misma ternura con la que el Sol acaricia en abril. Compartimos noticias, unas buenas y otras de ausencias. Me regaló palabras de ánimo, esperanza y complicidad. Hoy está cruzando el arcoíris sobre baldosas de esperanza.
Os deseo lo mejor, Cris. Confío en que el mejor viaje sea el del regreso. Sé que allí en Sudáfrica estaréis rodeados de afecto; pero, si el albur se encapricha en hacerte sentir alejada, cálzate tus zapatos rojos. Mientras juntas los talones, formula un deseo. Estarás en casa a la hora de cenar.
Lo escribió Prince, yo os lo deseo:
Around The World In A Day
Open your heart, open your mind
A train is leaving all day
A wonderful trip through our time
And laughter is all U pay
Around the world in a day
Now dig
Loneliness already knows U
There ain't no reason 2 stay
Come here and take my hand, I'll show U
I think I know a better way, y'all
A train is leaving all day
A wonderful trip through our time
And laughter is all U pay
Around the world in a day
Now dig
Loneliness already knows U
There ain't no reason 2 stay
Come here and take my hand, I'll show U
I think I know a better way, y'all
Aferrémonos a nuestro ánimo, aún nos queda un largo viaje por delante.
Nino
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