Cuestión
de tiempo es el título de una antología publicada en
1982 por Toutain Editor, compañía con la que el Juan Giménez colaboró a lo largo de los años en varias de sus
revistas mensuales (Comix Internacional, 1984 o Zona 84) centradas en la
narrativa fantástica.
En
dicho álbum se recogen siete historias
cortas escritas, dibujadas y coloreadas por Gimenez. Las seis primeras
constan de 8 páginas, mientras la séptima se desarrolla en 4. Todas fueron
publicadas en la publicación 1984, y salvo en el caso de la última, Residuo, la unidad temática que existe
entre ellas es innegable.
Nos
encontramos ante unos de los primeros trabajos del autor como artista total. En
la actualidad Gimenez es un
dibujante reconocido a escala planetaria, y su trabajo ilustrando la saga La
casta de los Metabarones, que guioniza Alejandro Jodorowsky, ha
posibilitado que su figura se mantenga popular pasados casi 30 años de su
llegada a la Industria
de la Historieta.
Poco
puedo añadir a lo que ya se ha escrito sobre el imponderable trabajo gráfico de
este argentino internacional, sólo comentaros que la fuerza de su trazo
hiperrealista ya se encuentra aquí. Y que su expresividad fría en el colorido se
despliega en esta fantástica antología sobre “lo fantástico”.
El
aspecto que, tanto allá por el año 1982 como ahora, más me ha llamado la
atención en la obra es la habilidad como fabulador de Gimenez.
Su
capacidad para construir una historia partiendo de una anécdota, y en un
espacio tan limitado para una estructura de introducción / nudo /
desenlace, como son ocho páginas. Todos
los que fantaseamos con la idea de la creación literaria, sabemos de lo difícil
que es firmar un buen relato corto. Todos los que hemos intentado expresar en
un sms la profundidad de un sentimiento, sabemos de la dificultad de la síntesis.
Se
me había olvidado comentaros, hasta ahora, que un bibliotecario archivaría Cuestión
de tiempo en la sección de Ciencia-Ficción, mientras que un lector la
guardará en un lugar donde siempre tenerla a mano. Así que ya sabéis: naves, aeronaves,
extraterrestres y mujeres imposibles aparecen en sus páginas. Donde también se
encuentran constantes humanas como la soledad, la avaricia, la soberbia o la
nada.
Desde
siempre, La Ficción
ha tenido un componente de reflexión sobre la realidad sociológica del momento
en que vivimos —véase el despegue de la Ciencia-Fición
durante La Guerra Fría—; una crítica a los valores sociales imperantes en la
época —véase toda la excelente narrativa gótica engendrada durante La Época Victoriana—;
y una denuncia sobre los desastres que conlleva la concentración del poder
tecnológico en unos pelajes de elegidos…
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