Me
llama la atención la persistencia de mis compañeros piratas en que La Cultura
sea gratuita. ¿También la querrán arbitraria y sin fundamento? Yo pienso que lo
que debe ser gratis son el pan y la sal, los mimos y las caricias. La cultura
debe ser popular y barata, que no mala. El creador deber ver garantizado su
derecho a ganarse la vida con dignidad, no viviendo de limosnas
institucionales.
Me
descubro hablando en voz alta, mis camaradas empiezan a mirarme. Les digo que no
entiendo que un escritor no pueda aspirar a ganar dinero escribiendo un libro,
pero sí una profesora que comenta libros ajenos o un bibliotecario que los
clasifica a cobrar un sueldo y pensión.
Con
nuestros abordajes estamos hundiendo pequeñas naves, patroneadas por mercaderes
modestos y tripuladas por nuestros iguales, quienes, tras sobrevivir al
naufragio, se convertirán en marineros en tierra y no volverán a navegar por
los mares de los sueños.
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Varios
de mis camaradas me lanzan andanadas de descalificaciones antes de alejarse.
Otros, se alejan en su singladura. Yo, varado en la arena de mis
contradicciones, vuelvo a mi laberinto. Sigo buscando en él, al monstruo de La
Industria que se alimenta de la carne de los creadores. Quiero derrotarlo.
Me fantaseo
como Teseo en su enfrentamiento con El Minotauro. No me doy cuenta de que La
Industria vive lejos –en un palacio de privilegios– y ha logrado que muchos
deambulemos por laberintos sin salida.
Me
detengo en mi caminar. Comprendo que las contradicciones forman parte de la
vida y que no debo dejar que me atrapen ni me aíslen. Quizá ha llegado el
momento de desandar lo andado y regresar junto a Ariadna.
Estoy
acabando de corregir mi novela Buscando el olvido. Ojalá llegues a
leerla.
Pues llegó la desesperanzada :))
ResponderEliminarLos noveles suelen hacer una primera autopublicación con contrato en el que renuncias a las ganacias hasta que se supere el gasto, la editorial te los distribuye y lo que gana, de momento es para ella. Nadie confía en los primerizos, así que espero que la suerte te llegue a raudales, a no ser que ya hayas sido best seller más de una vez y yo no lo sepa. Ojalá.
Mi esposo tuvo que publicar así la primera novela y quedó muy decepcionado.
Yo publiqué mi tesis doctoral en la universidad a base de negativas porque lo mío era un estudio musico-epigráfico y no era bonito, las universidades prefieren los libros de flores, plantas y jadines, casas y reyes, vestidos y reinas y cosas semejantes. Lo mío era duro de leer, para expertos en el tema y no se fiaban de mí, como mi jefe no me corrigió ni una palabra porque era medio analfabeto.
En fin, lo conseguí y lo mandé a las más prestigiosas universidades o bibliotecas. Pero de ganancias, cero patatero.
¿Cómo va lo del barrio? ¿Qué tal respondieron los que se interesaban? Espero que todo vaya viento en popa y vuestro valor os lleve a vuestro deseo. Sería genial!!
Adelante con ese libro. Ah, una compañera de blog colgó en libro en Amazon y sigue ganando pasta, mira a ver.
Un abrazo y tu cafelito bien aromático, con chorrito? :))
Buenos días, Verónica.
EliminarMe has hecho sonreír, gracias. Así da gusto empezar el día.
Te presentas como “desesperanzada”: pero, permíteme que piense que ese estado atributa al verbo “estar” y no al “ser”.
Primero te explico lo de mi risa: fue leer tu mención a ese “jefecillo” y me carcajeé del muy analfabeto: hay que ser muy lerdo para granjearse un enemigo con tu ingenio Me reí de él, pero lo hice con ganas gracias a ti. Me gustan las personas tenaces y que persisten en contar su verdad.
Como te escribía antes, tus palabras me traen esperanza. Agradezco mucho el que encuentres tiempo y ganas para leerme y dejar tus comentarios. Me estimula el contactar con una persona desconocida. Disfruto mucho leyéndote en tu blog, con tu capacidad para la narración concisa, con la habilidad para transmitir ideas y explicar concepto. Transmites fuerza y energía. El buen humor de reírte primero de ti misma, antes de burlarte de tanto analfabeto, abusón y robaperas que hay suelto. Para mí, Verónica, eres esperanza. Lamento que no estés en un buen momento. Confío en que vuestra situación mejore.
Sobre mi flamante libro, aún pendiente de completar su primera revisión, sólo puedo asegurarte que disfruto mucho trabajando en él. Su escritura tiene mucho de reto y de demostración personal. Su público, ya llegará; de momento ya cuenta con un ferviente lector y una impagable opinadora a la que tengo a la espera del envío completo de la novela. Gracias, Toni
Es mi tercer proyecto literario.
El primero, “Besando a un tonto”, es impolíticamente incorrecto y su escritura fue un placentero berrinche. Fue mi respuesta al cansancio a tanta matraca con que las mujeres sois lo mejor y los hombres somos lo peor. Pues bien, las mujeres con las que se enredaba, mi trasunto Tino Portea, no debían de ser humanas, sino marcianas; ya que ellas se quejaban de que no las entendía y Tino pensaba que era evidente que ellas no lo escuchaban a él, sino a sus relojes biológicos, sus amigas insidiosas y a cubanos libidinosos.
Mi segunda obra es ¡Sara y El Robasueños”, libro juvenil ilustrado por la pintora Lucía Alonso. Lo subimos a Amazon, incluso lo traduje al inglés, para llevarnos una decepción del tamaño de King Kong. No supe mover el libro, ni publicitarlo en las redes sociales. Encima, desde Amazon me pedían datos fiscales para el fisco USA (tenía y tengo “problemillas” con Hacienda, resultantes de mis trabajos como intérprete de detenidos para la policía). Por lo que nuestras contabas ventas están sin cobrar. Agradezco a todos los que me mostraron su apoyo; lamento que le acabaran regalando el dinero a los amazónicos.
Ahora, con “Buscando el olvido”, buscaba mantenerme activo en un momento de fascinación por el caos y el desorden. Lo he logrado. Es más, me gusta mucho de lo que he escrito. ¿Publicarlo?, está lejos. ¿Compartirlo?, está hecho. Estas navidades será mi regalo a contadas amistades.
La reunión sobre el barrio se embarró. Me llevé una gran decepción personal. Gracias por interesarte: creo que me había enrolado en una nave que busca obtener patente corsaria; así que salté al ver cómo enfilaba su rumbo.
Y ahora a por ese café aromático con chorrito de buen ron.
Un abrazo, Verónica.