El contenido literario de este blog está registrado en Safe Creative

El contenido literario de este blog está registrado en Safe Creative
Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

viernes, 30 de mayo de 2014

Aún me avergüenzo.



Acumulo bastantes comportamientos de los que me avergüenzo y he incurrido en suficientes horrores como para purgarlos durante varias reencarnaciones; pero son mis estupideces las que al recordarlas me suelen llevar al llanto.
Una de ellas, que lleva resonando en mi ánimo todo esta semana, es la de haber votado, en las elecciones europeas de 1987, a HB. Vista ahora mi villanía, podría disfrazarla como un acto inconsciente de juventud; pero mi voto fue premeditado, sabía que con él jaleaba a una jauría de asesinos.

Voté por rabia y furia, por frustración y con resentimiento. Lo hice buscando golpear donde más le dolía a un Sistema que no me entendía. Aquél fue el primer paso del que creía que sería un camino sin regreso ya que, sin aún haberme ido, no me planteaba volver. “¿Volver?” Eso sólo sonaba bien cantado por Gardel. No me imaginaba un futuro con frente marchita, sino un presente en Australia con la piel cubierta de besos o de arañazos. No tardé en arrepentirme de haber fustigado mis ilusiones con ira desbocada.

De aquella época me queda la quemadura de la militancia política. Aún me escuece; y más en estos tiempos convulsos de quita de libertades y anulación de derechos ciudadanos. Oprobios  que nos han llevado a una sociedad similar en sus desigualdades a la que convulsionó la primera mitad del siglo XX, a una época de extremismos ideológicos y de convertir al disidente en enemigo a batir. Yo no quiero eso.

El éxito electoral de la plataforma Podemos me ha sorprendido. Su líder me inspira la desconfianza de quien habla con palabras de otros. Me recuerda a ese alumno que no entiende lo que estudia, pero es evaluado como sobresaliente por repetir con apremio lo que ha memorizado. Su discurso me recuerda a soflamas que estoy harto de oír en barras de bar, en boca de quienes se dicen lo que sus actos cotidianos desdicen.

El éxito electoral de la plataforma Podemos me merece todo el respeto por sus votantes, no por sus votados. Por eso encuentro repugnante que quienes se dicen “demócratas” insulten a los que votan una opción democrática. Esos votantes no son “hordas de jóvenes violentos”, ni “brigadas de ancianos prosoviéticos”. Son personas que se sienten amenazadas por un Sistema de Malestar que, tras quebrarles la vida y emponzoñar sus sueños, amenaza con quitarles su dignidad. 

Por lo que sé, su voto es una exteriorización de su deseo de ser escuchados.
Por lo que sé, su voto es más respetable de lo que fue en 1987 el de este joven airado que se sintió contrariado porque la Realidad era una tierra baldía para sus deseos.

Nino.

Entradas populares