Algunas arritmias que sufre el corazón brotan cuando el pensamiento deviene en conciencia de que la vida no nos emociona como antes, conciencia que nos impele a aceleramos hacia la añoranza de un pasado en que nuestro corazón latía más fuerte.
El corazón no tiene freno ni marcha atrás. De ahí que sus choques frontales con la Realidad tengan consecuencias letales. Nuestra Fantasía tiene el recurso protector de enloquecer cuando la Realidad se vuelve demencial.
¡Gracias por venir y enloquecer!
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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre
«Batman:
El largo Halloween» –BELH– y «Batman: Victoria oscura»
–BVO–
son dos excelentes aventuras de Batman que enmarcan el transcurso
de su trama en la festividad de Halloween. Ambos títulos se encuentran disponibles
–en diferentes formatos– en el catálogo de la editorial española ECC. Y BELH
cuenta con una adaptación al cine de animación presentada en dos estregas por
Warner Bros. Animation y DC Entertainment en el año 2021.
El
guionista Jeph Loeb y el dibujante TimSale habían realizado con anterioridad tres acercamientos a la
ligadura entre la celebración del “truco o trato” y el personaje, firmando
sendos especiales de Halloween dentro de la serie “Legends of The Dark Knight”:
Choices
(Elecciones),
Madness
(Locura)
y Ghosts
(Fantasmas).
Especiales que aparecen agrupados en el volumen «Batman: Caballero maldito».
Locura es
mi relato favorito de entre los tres. Utiliza la excusa del secuestro de unos
niños por parte del SombrereroLoco, para reflexionar sobre la
dificultad en transmitir nuestro cariño a los seres queridos, traba ejemplarizada
en la relación del comisario de policía JamesGordon con su hija adoptiva, Barbara. A
su vez, el relato establece un engarce entre la obra «Alicia en el país de las
maravillas» y Batman, para quien el libro es una
especie de kriptonita que irradia recuerdos de una etapa feliz y sentimientos
de culpa.
La
humanización del héroe, sensible al recuerdo de una lectura infantil, nos
trasmite la soledad de aquél que lo posee todo, aunque todo lo que posee le
recuerda que está solo. Idea omnipresente en los trabajos posteriores de Loeb y Sale con el personaje.
«El
largo Halloween» se desarrolla en el primer año de existencia
del Murciélago, cuando los bajos fondos de la ciudad de Gotham
estaban controlados por familias mafiosas, y los monstruos llamados a aterrar
la ciudad se encontraban en fase de rodaje.
Bruce Wayne –máscara social de Batman– acompasa
su función de defensor de la ciudad a su actuación de vividor; y el paladín
establece vínculos de amistad/odio con personajes que conllevarán su devenir
posterior. Millonario y alter-ego compartirán objetivos: Wayne
combate económicamente a los Falcone, Batman
frena sus fechorías; Bruce encara la sensualidad de Selina, el
Murciélago el ronroneo de la Gata.
Archie Goodwin,
supervisor de los anteriores trabajos de Sale
y Loeb para DC, los animó/retó en un
peculiar “truco o trato” a que desarrollaran una aventura de Batman
estructurada como una novela negra. Frank
Miller aceptó que usasen algunos personajes creados por él para la su obra «Año
uno»; el guionista Mark Waid
les recordó la importancia del personaje de HarveyDent en la forja del héroe;...
El
resultado es un soberbio fresco batmaniano donde los creadores no ocultan
referencias a obras como la película «El padrino» (F.F. Coppola, 1972), homenajes a mentores —Gordon
guarda gran parecido con Goodwin—, y
guiños a sus trabajos anteriores. Releyendo Locura, vemos que son
varios los párrafos de ésta repetidos en BELH: como la descripción del SombrereroLoco,
calcada en la página 18 de la novena entrega, o en la 16 del décimo capítulo.
La
trama de « El largo Halloween» viene a ser la siguiente:
Miembros
de las dos familias mafiosas más importantes de Gotham están siendo asesinados.
Las coincidencias en el modus operandi, y en el momento elegido para los
crímenes, siempre días festivos, hacen sospechar a los diferentes representantes
de la ley –Gordon, el orden; Dent, la legalidad; y Batman, la
justicia–, que están ante un asesino en serie, bautizado como Festivo.
Mientras
las víctimas van en aumento y las relaciones entre los gánsteres se
ensangrientan, afloran diferencias entre los defensores de ley-orden-justicia a
la hora de decidir cómo se enfrentan a unos gánsteres a los que simultáneamente
tienen que proteger de un asesino.
El
argumento bebe directamente de la tragedia clásica: familia, lealtad, honor,...
son los factores que condicionan el desarrollo de este drama. El amor a una
ciudad, a un padre, a un esposo... impulsa tanto a asesinos como a justicieros.
Una
impresión de muerte de la inocencia –Batman y Dent
cambian concluyentemente tras esta historia– de desaparición de un orden –los
imperios mafiosos serán reemplazados por los reinos de taifas de las
monstruosidades–, de quiebra de los vínculos afectivos –relaciones como la
amistad o el matrimonio no protegen a los protagonistas de la fatalidad–,
impregnan a la obra de una gris sensación de pérdida.
El desamparo de los
personajes queda patente en su continuo reafirmar sus creencias: las frases “Creo en Gotham”... ... “Creo en Harvey Dent” abren y cierran el
relato. Estas cadencias narrativas, junto con ciertos enfoques usados en BELH
para los personajes, tendrán peso en el guión de la película «El
caballero oscuro» (Christopher
Nolan, 2008)
La
sensación de que todos somos víctimas de los caprichos del destino, queda
reflejada en el uso indistinto por parte de los protagonistas de las mismas
expresiones –“Haré lo que deba ser hecho”...–.
Batman se
resiente ante esta condición de marioneta en manos del sino, y al acercarse al
abismo emocional por el que se ha precipitado HarveyDent, ahora identificado como DosCaras. BruceWayne no
puede evitar darse cuenta de que él podría haber sido el que se despeñó por la
falla que separa a la obsesión de la locura.
Este tema dará mucho juego en el
siguiente trabajo de la pareja.
«Victoria
oscura» continúa la trama de BELH. Las coordenadas de
partida son las mismas: historia desarrollada en trece entregas –de Halloween a
Halloween, siendo de mayor extensión los episodios que coinciden con la
festividad–, con la salvedad de presentar un capítulo 0, publicado en la
revista Wizard.
Volvemos
a estar ante un criminal que asesina mensualmente coincidiendo con días
festivos. Volvemos a encontrarnos ante una estructura de novela enigma
articulada por reflexiones sobre familia, identidad, soledad.... Volvemos a
hallarnos ante un BruceWayne que al vestirse de
murciélago se desviste del disfraz de millonario despreocupado. Estas
coincidencias pueden hacer pensar que afrontamos un remedo de BELH.
Hay
diferencias que hacen que BVO supere incluso puntualmente a BELH.
Estas
diferencias van más allá de que las víctimas sean policías, en cuyos cadáveres
ahorcados cuelgan páginas, sobre las que el asesino –TheHangman (El
“ahorcador” que, de manera muy
discutible, en España ha sido denominado “El ahorcado”)– reproduce el juego del
ahorcado; o de que en este caso todas las pistas parecen inculpar a un único
sospechoso: DosCaras.
La
diferencia principal radica en que Loeb
articula «Victoria oscura» sin la celeridad e incertidumbre que resienten
el final de «El largo Halloween», donde el lector tiene la sensación de que
o bien el guionista ha dejado una serie de pistas ocultas a lo largo del
relato, o bien no ha resuelto de forma verosímil la autoría de la totalidad de
los asesinatos.
En «Victoria
oscura» sus reflexiones sobre los personajes, y sus sentimientos,
aparecen mejor desarrolladas, pivotadas sobre los devastadores efectos de la
pasión envilecida y el peso del odio en las entrañas. Si en BELH
asistíamos a la génesis de un villano clásico, ahora estamos ante el origen de
un héroe: Robin. A la vez que el guionista aporta nuevos
enfoques sobre protagonistas conocidos, como la duda sobre la ascendencia de Catwoman.
Su
narración es acompasada, y aparecen voces armonizadas por el viejo sentimiento
que afina las cuerdas de nuestro corazón: el Amor: amor paternal, amor carnal,
amor loco... El apego de Loeb por el
cine se palpa en toda la obra, sobre todo en los pasajes protagonizados por un Joker que
repite diálogos de James Cagney en «Al
rojo vivo» (RaoulWalsh, 1949), o expresiones de RichardWidmark en «El beso de la muerte» (HenryHathaway, 1947).
Los
personajes han cambiado tras los desmanes de Festivo –el asesino en serie de BELH–. Gordon, ya
comisario, sufre el dolor del alejamiento de su familia, a la vez que muestra
cierto recelo hacia el Murciélago; Batman,
mortificado por la desgracia de Dent, decidirá confiar en Robin –integrado
por primera vez al reparto de Loeb y
Sale– para salir de esa fortaleza de
soledad en la que había convertido su bat-cueva. Estas diferencias se aprecian en
el tono de las obras. Mientras «El largo Halloween» comenzaba con
esperanza y terminaba con desolación, «Victoria oscura» comienza con
soledad y termina con alegría.
Lo
que iguala a ambos títulos es el imprescindible trabajo de Tim Sale, quien ratifica en cada viñeta su profunda convicción
humana en un medio creativo poblado de estrellas cuyo arte es brillante pero
frío.
Sale trasmite todo un
torrente de sensaciones y emociones con sus lápices: su HiedraVenenosa nos
hace desear el roce de sus labios infectos, la fiscal Porter
convertiría en cautivo del mal a cualquiera con sangre en las venas. El
dibujante desborda imaginación, innovación y pericia en la composición y
desarrollo de cada entrega; plasmando personajes que se funden con la ciudad
que aman, o se empequeñecen ante los que aman, pero cuyo corazón late viñeta a
viñeta.
Destacar
el trabajo del colorista, Gregory Wright,
quien añadiendo el gris a toda tonalidad sumerge a la obra en unas aguas de
innegable belleza: convierte Gotham en una dama melancólica por cuya atención
se enfrentan héroes y villanos.
Vivimos tiempos de sustos pésimos y tratos abusivos.
Evadirse de su eco en la machaconería desinformativa con la lectura de unas
buenas historias nos alejará de la histeria.
Te deseo una festividad feliz de Halloween y una
conmemoración emotiva del Día de Todos los Santos, amable leyente.
Tu blog es un lugar amigo para hacer puerto. Lo es en momentos en los que deseas poner los pies en tierra y alejarte de las tormentas rutinarias. Lo es cuando buscas encontrar compañía durante tu travesía solitaria por los malares del destino.
Ahora es muy fácil autoeditarse, lo puede hacer cualquiera sin grandes conocimientos (literarios o tecnológicos). Tengo autoeditadas 13 obras –por puro entretenimiento–; ninguna en su “versión definitiva”, ya que siempre confío en que alguien que las lea me proponga editar alguna de ellas de manera revisada o adaptarla a otro medio (historieta, video, teatro…) No marco beneficio económico sobre mis obras ya que no sabría valorar el tiempo que les dedico (el que no estén acabadas, no implica que no estén trabajadas).
Nunca me había planteado el efecto de saturación del mercado –ni de degradación del nivel literario– con los que estaba colaborando al sumarme al proceso de autoedición caprichosa.
Interesante la lectura del artículo que compartes. Hace apenas dos días, comentaba con un amigo lo rápido que se han difuminado ciertas líneas identitarias de nuestra sociedad.
Tu texto tiene mucha fuerza narrativa, incluso una carga épica al unirlos con el cantar poético de Rafael Obligado.
Las leyendas hablan del pueblo que las gesta y también del “contador” que las comparte e inmortaliza. La leyenda de “El Yaguarón” habla con pasión contagiosa de los frutos monstruosos que puede tener la pasión.
Sólo puedo agradecerte por haber compartido este relato y felicitarte por su escritura.
Lo he leído dos veces. La segunda en voz alta. Le has conferido un ritmo narrativo que va acompasado con la intensidad con la que el narrador reacciona ante los recuerdos que le narran. El final me ha sorprendido. Me parece un gran punto final o un estupendo punto y seguido.
Por alguna razón me ha traído a la mente la canción “Hazme un nueve” de Golpes Bajos.
Tus textos tienen una fuerza vital que, estoy seguro, tu hijo encuentra en ti. Es importante crecer sabiéndote querido y pienso que él se sabe querido por ti.
Creo recordar que mañana tienes un ingreso hospitalario. Te referiste a ello en un texto anterior.
Ha sido leer el adjetivo ignorante y ponerme delante del teclado a escribirte sobre la felicidad que me da ser un reputado ignorado (aquí lo pasivo se impondrá a lo activo).
Y es que el cuñado que llevo dentro, ése del que no me separé ni cuando me divorcié, se resiste a no compartir su opinión doctorada sobre su cultura ignorada (que él no tiene la culpa de que todos los demás no sepan nada sobre aquello que para él es fundamental: él mismo). Y es que él, mi cuñado interior, luce por abanderado no unos calzoncillos de soldado sino al inconmensurable Nino Ortea. Ser tan irreal con lo crucial, como vital en lo superfluo. El inexistente Nino Ortea siempre me sermonea, matraquea y chasquea con mi tontura y su listura: él tiene un blog, redes sociales y hasta ha publicado no sé cuántos libros en los que siempre habla de lo mismo –de sí mismo–. Y lo hace con tanto éxito que es ignorante del desaliento, ya que como me predica el muy endiosado: "yo tengo seguidores en mi blog creativo; tu, acreedores en tu bloc adeudativo".
Hasta quienes se dicen mis amigos sólo se interesan por hacer migas con él, con el infalible Nino Ortea. Mientras que a mí me ignoran en mi realidad, a él lo envidian por su cultura, su soltura y su apostura inimaginables.
Dicen que hay personajes que buscan a su autor, el mío me ignora: él tan ignorante y yo tan ignorado. Pero te voy a ser sincero: mi cuñado es muy engolado (el engordado soy yo).
Sirva este desvarío niniano para darme cuanta de que el cuentista (el bueno) es mi cuñado enninado. Y para dar cuenta de mi aprecio por tu emotividad.
Eres inmaculada en ofensas, tanto por acción como por omisión.
Nada que perdonar y mucho que agradecerte.
El concierto en Gijón de “El último…” durante la gira de presentación de este disco fue de lo más placentero. Quimi y Manolo estaban en un momento pleno, su música aún está plena de matices. Su “Nuevas mezclas” figura entre los 10 discos que me llevaría a una isla desierta, a un desierto de soledad o a una plaza concurrida.
Confío en que la tarde marche tranquila.
Recuerdos a Ihor, cosquillas para los niños y un abrazo para ti, Clarisa.
Que los llantos sean de pasión, no de sufrimiento.
No leas en
mis palabras un alarde de soberbia, sino un burdo texto absurdo.
Al
recuperar el ánimo por lo escrito y reescribirlo con nuevos ánimos, renuevo mi
convencimiento en el valor del autoengaño si no nos hace daño. Al igual que un
ensueño es la visión de algo positivo que nos puede ayudar a mantener el
camino, el “internetearme” frente al mismo espejo, con diferente entrecejo,
mantiene mi despejo y evita mi adormilarme frente a la indolencia propia.
Las
palabras pueden parecer aquí distintas a las que compartíamos cuando veníamos y
enloquecíamos. ¿Te acuerdas? Parece que fue ayer, cuando –en realidad– ha sido
ahora. Eso sí, nuestro ánimo es el mismo: el de que en nuestras oraciones rece
la ausencia a todo rezo o imploración, el de que las activas sean reflejas de
nuestra esperanza y el de que las pasivas sean reflectantes de su iniquidad.
Ahora que
todo vuelve a cambiar para volver a ser lo mismo, me gustaría recordarte que mi
canto a mi mismo lo es también al encanto del “ninismo”. No es cuestión de
sentirse más que nadie, es la respuesta a verse mejor que antes.
Mientras escribía
esta “deliranza”, horneaba un bizcocho con el que deleitar mi panza.
Te ofrecería
una porción, pero eres tan descortés que serías capaz de aceptarla; para luego
criticar su sabor, su tamaño o mi natural tacaño.
Así que a
falta de mi encanto enloquecedor, te dedico este “canto del loco”.
Desconocía esta leyenda chileno-argentina que nos presentas.
Aquí en España, la palabra “culebrón” denosta a ficciones melodramáticas y en especial, desde mediados de los años 80, a las telenovelas romántico-lacrimógenas que se importan de Hispanoamérica.
Cada vez que veo que has publicado en tu blog me siento feliz, como “un niño con zapatos nuevos”: el aviso de publicación lo entiendo como una confirmación de que estáis bien, de que tienes tiempo para cosas pequeñas como engrandecer nuestras esperanzas. Y es que, incluso cuando compartes poemas sobre objetos desprendidos de vida, tus versos desprenden vida, tus versos sonesas “pequeñas historias que se resisten a morir” que mencionas.
Como bien sabes –y usas ese saber de manera magistral– los “zapatos rojos” son un símbolo de libertad. Son más que una invitación al baile de la voz de David Bowie o una incitación a juntar los talones para transportarnos a un mundo mágico de Oz. Están llenos del latir corazón que impregna el cuento de Hans Christian Andersen.
Pero, ante todo, este relato nos acerca a la persona que hay tras tu personalidad literaria. A esa Clarisa propensa a ponerse en los zapatos de otros y así compartir las rozaduras que les causa la vida. A esa Clarisa que da pasos generosos de 7 leguas para acercarnos pares sueltos que al ser calzados por ella no están de saldo, sino de plena temporada: mi blog no luce mejor que cuando lo transitan tus zapatos rojos (gracias por lucirlo).
¡Ojalá nos quedes muchos bailes por compartir, Clarisa! ¡Ojalá nuestros zapatos rojos desgastados no sean desechados por un par de botas negras impolutas que marquen paso militar!
Gracias por compartir este poema. Confío en que su lectura haya calado cual lluvia fina en mi ánimo. Saldré pronto a la lluvia y al viento, confío en que para entonces tus palabras gotearán y refrescarán mi piel seca de desencanto.
Vine a leerte a sugerencia de nuestra amiga Clarisa.
Me quedé leyéndote por tu claridad expresiva y por tu reflexión aposentada sobre esta película (tan dada a ser valorada desde los extremos).
He visto “Sound of Freedom” en copia digital. La descargué llevado por la curiosidad. Cuando una obra artística alcanza repercusión social, me intriga descubrir qué sustenta esa repercusión. Y, en esta película, tal y como escribes, es desgarradora. Es una pena que sus limitaciones narrativas le resten fuerza a su discurso.
También pensaba que la sonrisa de los músicos se la producía el deleite con su interpretación, gracias por sacarme de mi equivocación.
No soy de natural sonriente. Tras haberte leído creo que eso se puede deber a que no oigo a los demás –lo de escucharlos me podría ensordecer–.
Me sería fácil excusarme en mi tan evidente como no diagnosticado despiste crónico. Pero es algo voluntario: no es consecuencia del despiste, es resultado de mi desatención. Imagino que en mi temprana edad, probablemente en el arranque escolar, comencé a practicar la habilidad de hacer mutis ante lo inmutable. Sí que recuerdo –en casa me lo repetían ya que fue la primera vez que se les preguntó si yo era “normal”– que en segundo de EGB dejé de escribir en clase (comprobé que si no escribía no me podían castigar por escribir mal algo). Mis padres insistieron en que tenía que escribir, me llevaron a un logopeda y mi madre se sentaba a mi lado mientras yo repetía los ejercicios de los cuadernos “Rubio”. Al poco tiempo volví a escribir en clase, pero con mala letra para que así el profe nunca me pidiera el cuaderno ni me sacara a escribir al encerado.
Lo de no oír imagino que lo empecé por entonces. Me abstraía del entorno –voces, gritos, insultos…– y mantenía un mínimo de estado de alerta para evitar situaciones de peligro físico (los maestros pegaban, los compañeros agredían). Ya de adulto no suelo prestar atención a nada ni nadie, me obnubilo para así poder compartir un espacio impuesto o desempeñar una función forzada.
Pese a que soy ciego a lo que me desagrada –que es la mayoría de lo que me rodea– no sonrío habitualmente, me temo que se debe a que hago oídos sordos a las vidas ajenas.
Bienvenida tu reseña. Como bien indicas, éste será el estreno de luna llena en el cielo cinematográfico durante, al menos, este mes.
Hace tiempo que la luz de Scorsese obscurece mi atención y, pese a su relumbrón, no percibo brillo en sus películas. No he leído la novela adaptada. El que el guión esté cofirmado por Eric Roth es lo único que me atrae de la película. En principio, la duración me parece excesiva (leo que tú confirmas mis temores).
La lectura de tu texto ha hecho que la posibilidad de ver esta película sea un eclipse (casi) total.