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jueves, 13 de agosto de 2009

Si yo tuviera un martillo B


Tras la etapa en que Romita Jr. nos acercó una imaginería poluta y ecuménica, muchos pueden hallar prosaico el trazo de Larsen. Simplemente nos encontramos ante una capacidad diferente y una técnica distinta aplicada al mismo propósito: intentar contar una buena historia, utilizando personajes y situaciones cuyo origen se pierde en el origen de la Era Marvel. Aunque, en estos episodios de The Mighty Dragon, es imposible no apreciar la impronta de un Erik que se las apaña para dejar su muesca en aspectos que trascienden el apartado gráfico. 





Los personajes sufren la desgracia de vivir en un país donde no existe cobertura sanitaria universal, con lo que se ven obligados a delinquir para conseguir asistencia médica. Thor alterna con sus compañeros de correrías, pero dada su condición de príncipe heredero no cae en la vulgaridad de llevar dinero, con lo que son sus colegas plebeyos los que pagan las copas.



Las mujeres siempre han sido mostradas por Larsen como iguales al hombre; a falta de una escultural Sharona con la que deleitarnos los sentidos, Erik lleva este concepto a Asgard, donde Lady Sif es elegida portadora de El Anillo Imperial mientras Odín concilia su sueño reparador.
Jurgens mantiene su línea, lo cual conlleva todas las ventajas y desventajas apreciadas a lo largo de su larga presencia en la serie. Su habilidad para recuperar tramas soterradas en el relato, su pericia para recurrir a argumentos clásicos esmaltándolos de un vidriado novedoso, o su destreza para combinar acción y la narración, no nos hacen olvidar sus deficiencias a la hora de caracterizar algunos personajes y situaciones, máxime en el aspecto de la identidad humana de Thor, donde ciertos caracteres y circunstancias hacen agua.
En un tiempo de integrismo religioso, Dan no duda en alejarse de problemas, dejando clara la existencia de un Dios superior. En un mundo marcado por el deseo, el asgardiano despierta lujuria donde antes sólo suscitaba admiración.
Klaus Janson se ocupa del entintado de estos episodios, al igual que había hecho con la mayor parte de los desarrollados por Romita Jr.; pese a que Janson tiende a marcar los contornos más que Larsen, su trabajo no desvirtúa el trazo del dibujante.
La condición de estrella invitada de Larsen, permite al guionista y al dibujante algunas licencias. Si bien es clásico el utilizar rótulos y carteles urbanos para homenajear a artistas y compañeros que han trabajado en una serie, no lo es tanto hacerlo reproduciendo el título de una colección editada por la Distinguida CompetenciaWalter Simonson, Orion–.
Conviene destacar que Mike Mignola —padre de ese hijo del Demonio ahora convertido en estrella cinematográfica, que responde al nom,bre de Hellboy—realizó la portada del número 26.
A Larsen lo sustituyó Andy Kubert.
Poco a poco la serie fue perdiendo su carácter electrizante, y los truenos de la inspiración apenas retumbaban en el cielo de sus páginas.
La colección fue cancelada, para pasar a renacer en un nuevo volumen en junio de 2007.
Y es tal el poder de El Dios del Trueno, que pese a los intentos de algunos de sus exegetas herejes por deslucir sus gestas, su gloria siempre acaba venciendo todo sacrilegio.

©Nino Ortea. Gijón, 13-VIII-2.009

2 comentarios:

  1. Perdona Nino, pero a mi Larsen me parece un dibujante muy limitado. reconozco que sabe usar la accion en sus comics y el sentido del humor, pero sus viñetas estan mal paginadas y sus dibujos llegan a parecer caricaturas. Ya veo que tu no piensas asi pero la prueba de que mucha gente piensa como yo es que no dibuja nada importante

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  2. Mi directo Ben:
    No hay nada que perdonar. Si a todos nos gustara lo mismo, andaríamos por la calle a puñetazos, y yo prefiero andar desnudo...
    Además, son legión los que aseguran que con mirarme al espejo ya puedo comprobar mi mal gusto.
    En el mundo de la Historieta, abundan los ilustradores que desbordan dominio de la técnica; a mí, al igual que me gustan las mujeres agraciadas, me apasionan los creadores con gracia.
    En lo que sí que discrepamos es en el hecho de convertir la valoración ajena en la medida de valía universal.
    Pero bueno, quizás eme cabas de dar una idea para un futuro post.
    ¡Nos vemos en Yancy Street!

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Gracias por tu lectura comentada.

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