El
demonio del dinero ha convertido los bares en lugares casi mitológicos; y a mí
en un débil abstemio a la fuerza.
Y
puesto que la virtud de la pobreza me tiene alejado tanto de las émulas de
modelos de lencería como de montar sobre la mula de los siete pecados capitales,
me resarzo incumpliendo a conciencia el séptimo de los diez mandamientos. Yo,
que antes era un soberbio lujurioso, ahora soy un avergonzado ladrón. Aunque,
gracias a mi condición de manilargo con lo ajeno, he desvelado el expediente X de
nuestro marciano origen. Eso sí, no tras la lectura de una biblia, sino de
muchas “cuores”.
Me
explico: con las propinas que gano baldeando mi edificio no me da para ningún
vicio. Así que mientras fregoteo el portal aprovecho para limpiar los buzones
del correo, por si al cartero se le ha caído el reloj en el desempeño de su
trabajo. De la que busco objetos para empeñar, también pongo empeño en birlar de
todo material de lectura con el que paliar mi incultura. En su mayoría me
apropio de catálogos, folletos y notificaciones de embargo.
Por
fortuna, mi vecina –vamos, la única de ellas que no usa Indasec– está subscrita
a la revista Cuore. Publicación que es una especie de wiki leaks impreso sobre
el mundo del sobrepeso, el famoseo y la falta de seso en eso del sexo. Tras la
lectura ejemplarizante del ejemplar de este viernes –en el que desvela el truco
del almendruco para las que parecen muy cucas– he tenido media epifanía. Entre
tanto ¡arrgh!, ¡puagh! y ¡jar! he tomado
conciencia de las imperfecciones de actores, actrices y meretrices.
Cuando no
son las narices, son las varices, el caso es que sus cuerpos son más
traicioneros que una manzana ofrecida por una serpiente.
¡El
de la decrepitud humana sí que es un misterio y no los que investigan Mulder y
Scully!
Lo que vemos en general es mero producto de mucho Photoshop (no sé como se escribe). En su realidad, que es igual que la nuestra pero con mucho más dinero, son gente común y corriente, con físicos imperfectos y muchas veces casi nada en el cerebro.
ResponderEliminarMe divertí mucho con este relato, más allá de que nos cuenta la mala situación económica de una persona, creo que le pone todos los condimentos para pasarla mejor, con lo poco que tiene y consigue. Y tal vez ese sea el sentido de la felicidad.
Un beso.
Buenos días, Sindel:
EliminarMás allá de la muestra de respeto hacia nuestros seres cercanos que conlleva el cuidar nuestro aspecto o el adecuarlo a las ocasiones que compartimos(uno está muy cómodo en pijama, pero no por eso debe recibir a sus invitados sin haberse aseado), nuestro adaptarnos a modismos tiene bastante de búsqueda de aceptación social y demasiado de esconder nuestras identidades.
Si cambiamos el “aspecto”, por la “opinión” o los “sentimientos”, ocurre lo mismo por desgracia. Es más, quienes buscan defender su identidad frente a la despersonalización de la nada tiene una larga carrera ficticia como personajes de novelas, películas o incluso de chistes; pero a las personas que defendemos nuestra identidad sin aceptar “fotosopearla” al filtro de lo mayoritario, nos espera una vida laboral de lo más deslucida y una vida afectiva de lo más desnutrida.
Muchas veces, al menos en mi caso, la mejor solución es la de aceptar tus limitaciones, sin convertirlas en frustraciones o excusas. Y respecto a la felicidad, en mi caso me la da el saber a los míos bien y sentir lo mío a mi alcance. El tener ilusiones no me impide disfrutar con lo que tengo. Aunque a veces se me olvida y entonces ¡ya la liamos!
Un abrazo, Sindel.
Nino, ¿por qué a veces se puede dejar comentario y otras no?
ResponderEliminarTe iba a comentar que en lo de Grease creo que iba a trabajar Aaron Tveit, del que mi hija es fan, pero no encontré lo de "comentario"... Y poco más.
Un abrazo.
Buenas tardes, David:
EliminarPor defecto las entradas del blog salen sin tener activada la opción de comentarios.
No tengo conexión propia a Internet, por lo que en épocas como la actual en las que preveo que me va a ser más complicado acceder a La Red, no cambio la configuración de Blogger, para así evitar el teneros a la espera de una respuesta que quizá no llegue a las personas que tenéis la amabilidad de dejarme un comentario.
Mañana estrenan en USA esta versión televisiva de Grease, confío en que tu hija tenga la oportunidad de verla.
Un abrazo, David.
Aclarado ;-)
ResponderEliminarPD: Supongo que la verá en cuanto pueda.