Espero que no
me vengan con reclamaciones por incumplir mis obligaciones de ciudadano
gijonés, cincuentón, divorciado y sin hijos. Ese administrado por bases de
datos y baremos estadísticos es “el otro”, es MJOS. ¡Yo soy Nino, el gran funambulista
entre la Realidad y el Deseo!
Sin
embargo, mi persona individual y mi personaje social coinciden en la inconsecuencia
de mi incongruencia: como personaje no
interpreto el papel que de mí se espera, como persona no cumplo lo que digo si el hacerlo me aburre o al hacerlo me
paraliza el vértigo.
Hay
instantes –te doy mi palabra, apreciado lector– en los que me planteo
involucionar, mutar para parecerme a los demás o, al menos, aparentar que me
adapto. Pero soy como soy, inconsecuente en mi incongruencia; me aburriría el ser
como los demás, ya que no podría
seguir observándolos con la misma atención con la que un niño observa a un
adulto y se jura que él no será así
cuando crezca.
Escribir
me ayuda a imaginarme, leerme ayuda a que me (re)conozca. Saber que cuento con
tu lectura me ayuda a ilusionarme con la posibilidad de llegar a ser como me
ensueño.
Gracias
por tu compañía. Y más en una tarde como la de hoy, en que ha muerto David Bowie y no puedo evitar sentirme
algo solo.
Todos nos sentimos un poco solos esta tarde.
ResponderEliminarBuenas tardes, Tracy:
EliminarPor suerte la soledad deja de ser una amante inoportuna en estas horas de desazón al contar con compañías como la tuya.
Nademos como delfines, Tracy, por ese mar de sensaciones que siempre nos acompaña al escuchar a Bowie.
"de vida laboral tan escasa como el pudor en un exhibicionista"
ResponderEliminarMe gusta esa línea y además la comparto.
Y el texto. Jo! Creo que a veces me he sentido/me siento así en muchas ocasiones. Igual les pasa a muchos. No lo sé.
69 años son muy pocos para estos tiempos... En fin... al menos no solo ha vivido, sino que ha hecho vivir a montones con su música.
Un abrazo.
Buenas tardes, David:
EliminarEs curioso que nuestra vida tenga de trabajosa lo que le falta de laboral. Quizá esto se debe a que somos hombres a los que vincula la palabra dada y no un contrato firmado. Pasado el tiempo, ocasionalmente me arrepiento de haberme fiado de perjuros que me habían asegurado la legalidad de nuestro acuerdo; pero en lo social no hay ninguna seguridad si uno se pasa la vida desconfiando. Antes crédulo que amargado.
Como sé que me ha quedado bastante enninado este comentario, te lo aclaro: trabajé durante 12 años en una academia, de los que su huella laboral apenas llega a 6 meses (donde yo trabajaba 1 día, se me aseguraba 1 hora)
Sí, Bowie murió a edad temprana. Ayer recordaba la primera vez que asistí a unos de sus conciertos (The GlassSpider Tour) en Madrid en el 87; y sobre todo el 11/IX/90 en que lo disfruté junto a mi hermana en su concierto en Gijón (Sound & Visión Tour). O su defensa de la condición de diferente y su recurrente temor a la locura.
Un abrazo, David.
Te felicito por ser tarambana, por no reconocerte en ese otro registrada, con obligaciones impuestas por un sistema. No es conveniente que trates de ser el otro. Es mejor que hagas lo que te viene en gana, algo que requiera esfuerzo, dedicación.
ResponderEliminarEs por eso que paso a leer y a comentar. Una de las razones.
Y te entiendo. Y que lo que voy a plantear no se interpretado como violencia de género. Porque no involucra a una mujer, sino a una personificación. A veces dan ganas, de encontrar a la dama pálida que se viste de negro, alejada de su hoz, para sentarla sobre las rodillas y darle unas cuantas palmadas ya sabes donde.
Saludos.
Buenas tardes, Demiurgo:
EliminarMe ha alegrado el leerte de nuevo, gracias.
Sin embargo me ha entristecido el que te vieras obligado a explicar tu metáfora, por eso de la dictadura de lo políticamente correcto. Y me avergüenzo al admitir que soy el primero que se ejerce autocensura y hay textos que no comparto oir eso de evitar malas interpretaciones y peores explicaciones.
Como cualquier otro administrado acato las imposiciones del Sistema, pues soy consciente de que no limitan a mi persona sino a los datos censales que me están asignados. Además, están las obligaciones consecuentes del cariño compartido; y ésas las acepto a corazón abierto.
Por lo poco que deduzco de ti tras leer tus relatos ricos en una imaginación desbordante, a ti tampoco te limitan las realidades impuestas, Demiurgo.
Un abrazo.
Me gusta la frescura con la que escribes, nunca te alineess a nada. Yo de niño aprensi a andar en bici en contramano porque decia que si veia a los que que supuestamente tenia que venir por detras. Ya vez me enrede en palabras, perdona. Bueno tu blog por aca acamp. Un gusto
ResponderEliminarBuenas tardes, Demian:
Eliminar¡Muchas gracias por tu comentario! Me ha refrescado el ánimo.
Aprendí a andar en bici, literalmente, chocando contra los capiteles del pórtico de la iglesia del pueblo asturiano de San Martín de Luiña. Mis padres, sabedores de mi torpeza y falta de equilibrio, me obligaban a andar en bici con dos ruedas laterales. A base de chocarlas contra las piedras, logré dejarlas inservibles y bicicletear rápido. Luego vinieron mis caídas de puentes, chocar contra alambradas, inyecciones contra el tétano, lesiones de espalda…
Es todo un placer compartir tu enredamiento en palabras, Demian.
Un abrazo.