Algunas arritmias que sufre el corazón brotan cuando el pensamiento deviene en conciencia de que la vida no nos emociona como antes, conciencia que nos impele a aceleramos hacia la añoranza de un pasado en que nuestro corazón latía más fuerte.
El corazón no tiene freno ni marcha atrás. De ahí que sus choques frontales con la Realidad tengan consecuencias letales. Nuestra Fantasía tiene el recurso protector de enloquecer cuando la Realidad se vuelve demencial.
¡Gracias por venir y enloquecer!
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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre
El
diseñador e ilustrador Jorge Daniel
Castaño Mariño (Montevideo, 1975) ha ganado el “Premiu Alfonso Iglesias” de
cómic en asturiano por su obra «Pelayo 99». El galardón, convocado
por la Consejería de Cultura, Política Lingüística y Deporte, celebra la su
decimosexta edición reconociendo obras originales e inéditas de cómic en “llingua
asturiana”.
Mi
más sentida enhorabuena al compañero Dani
Castaño.
En la vida real, suele ocurrir que lo que nos atrae de
una persona termine convirtiéndose en lo que nos aleja de ella. La kriptonita
de la convivencia puede suponer un recorrido por el calvario que separa el
devocionario de la expectación al bestiario de la decepción, cuando comprobamos
cotidianidades como que a nuestra princesa de la boca de fresa se le olvida
enjaguarse las encías los días que acaban en “s” y las noches de los que
terminan en “o”.
También, en esa sensación de ser “nuevos dioses” que
acompaña al sentirte nuevamente enamorado, puede pasarnos que en caso de
mantener el endiosamiento distante que en su momento nos funcionó como palpitante
del corazón ajeno –alguien debería
explicarme porqué el hacerte el difícil te lo pone fácil en la seducción–, acabemos
convirtiendo en apóstata de nuestro cariño a la que profetizábamos como nuestra
eterna apóstol; la cual se declara atea del titánico sacrificio que supone
idolatrar a un feo con ínfulas de Prometeo (y que, en su desilusión, lo del
fuego en la pasión lo deja siempre para luego).
En la vida ficcionada, suele ocurrir que lo que nos
atrae de un personaje termine convirtiéndose en lo que nos aleja de él. Todos
hemos acabado hartos de las camisas de Chiquito
de la Calzada, de la gabardina de ‘Colombo’ y del bañador de Pamela Anderson. Excepción llamativa es
la pervivencia de las camisetas de ‘Naranjito’, quizá por su valencia a ser
entendidas como una exteriorización de la disposición del camisetero a ser
partido a la mitad y exprimido por cualquier licuadora enloquecedora.
Al igual que los antiguos dioses del Olimpo murieron
al dejar el pueblo de creer en ellos, estos nuevos dioses –los iconos efímeros de
la cultura popular– suelen tener una vida fugaz como consecuencia de su
sobreexplotación mediática; y en cuestión de una temporada pasan de lucir en
los frontales de nuestras camisetas a arrugarse en el fondo de nuestros
armarios.
Una de las contadas excepciones a esta volátil
condición de héroe por un día –ya decantada por David Bowie– es ‘Superman’. Héroe de cómic entre cuyas innumerables
proezas destaca la de haber convertido su nombre singular en sustantivo común
en nuestra lengua. Heroicidad que se convierte en gesta si tenemos en cuenta
que su incorporación se produjo en plena héjira cultural de una dictadura
analfabeta y anglófoba, que hacía que en España el güisqui se bebiera sin soda
y a John Wayne se le apellidara “vaine”.
Gracias a nuestros padres, todos crecemos queriendo
ser buenos y justos. Gracias a ‘Superman’, algunos aprendimos que es más
poderosa una sonrisa que unos músculos.
Miguel Bosé - "Super Superman" (1979) HD
Aunque tú no
lo creas, amable leyente, esta deliranza se originó tras la lectura de un
relato escrito por DavidRubio en su superblog: y es que lo de
mercar la compra en el súper tiene mucho de castigo divino, cual subir y bajar
una roca del monte Olimpo:
Todo es poesía en tu poema: desde el uso de un leguaje sencillo e
inspirado, a la par que un ritmo cadencioso y sólido, que nos deja sin aliento
al culminar su lectura.
Tu cámara capta lo tenue y tu ingenio lo vuelve corpóreo. Tus textos
tienen alma. Con ellos no buscas sentar cátedra, sino compartir lo que te
rodea, sin presentarlo como algo extraño sino fascinantemente familiar.
Quizá –tal y como nos invita a hacer tu texto–, empecemos a ser
Naturaleza cuando seamos naturales, cuando desaprendamos lo superfluo en nuestros
comportamientos y desvistamos nuestros modales de modos amanerados.
Aquí vuelvo, con el comentario corregido (menuda vergüenza al releer mis
faltas de ortografía)
Cada vez creo más imperioso que acabemos con los “supers”, tanto los
“mercados” como los “humanos”: si los primeros han acabado con las tiendas de
ultramarinos, los segundos están acabando con nuestra inocencia, tal y como nos
había prescrito el Dr. Wertham.
¿Y qué decir del nefasto efecto de las juntas de comunidad, de la
convivencia con vecinos presuntuosos o de la escondedera a tanta cámara que nos
espía? Pues nada, que ya lo has escrito tú todo y muy bien.
Me voy al bar antes de que la parienta me pida que vaya con ella a hacer
la compra semanal al super.
Gracias por hacerme sonreír con este nuevo capítulo de tu novela
serializada. Se agradece el leer un texto luminoso en una maña gris de domingo
como la que tenemos en mi ciudad.
Frank Miller
–guionista, dibujante de cómics y cineasta estadounidense– se estaba muriendo. Su
adicción al alcohol lo devoraba, tal y como se podía apreciar en su deterioro
físico y deducir de su displicencia creativa.
Ahora, de regreso
del infierno, planea retomar sus trabajos de amor perdidos; entre los que
destaca la serie `Sin City’, a la que lleva descuidando 25 largos años. Miller tiene la intención de realizar
una historia ambientada en los años de la fundación de ´Basin City’, trama en
la que planea incluir destellos de personajes que han brillado en sus otras
historias: como ‘Marv’, al que vinculará con las tribus indias que poblaban
esas tierras antes de la masacre anglosajona.
Este pasado 10 de
junio se estrenó el documental «FrankMiller: AmericanGenius» –producido, escrito y
dirigido por SilennThomas–, donde Miller reflexiona sobre su vida, logros excesos y planes.
Son varios los
textos que he colgado en Ven y enloquece sobre FrankMiller. Si te apetece leerlos, éste
es el enlace.
Siempre he visto en estas exhibiciones celebrantes
un ejercicio de superstición y vanagloria por parte de tanto celebrante de una
fe que no practica ni respeta.
Gracias por permitirnos ver este escaparate
creativo. La mayor de las suertes para Jordi Mas Rabassa y su novela, a la que
calificas de trepidante y tu presentación la anticipa como una lectura
interesante.
Quizá la culpa de nuestras prácticas líquidas la
tenga Bruce Lee. No sólo de que nos dediquemos a liquidar mentalmente a
vulgares con la facilidad con la que él liquidaba a sus enemigos en sus
películas, también de que hayamos hecho nuestro suyo su consejo:·”Be water, mi
friend”.
Y es que, ¿quién no querría ser amigo de Bruce Lee,
Brus Lí o cualquiera de sus émulos? Ni “El primo de Zumosol” nos haría sentir
tan seguros como “El pequeño dragón”. Una de las pelis fundamentales en la
forja de mi personalidad –no soy dado a leer a filósofos y a los modernos los
liquido, no socializo con ellos– es “Juego con la muerte”. Me la sé de memoria
y ese combate final entre el pequeño Bruce Lee y el gigantón Kareem
Abdul-Jabbar es uno de mis recursos más sólidos a la hora de enfrentarme a
dificultades. Soy Ninín, discípulo shaolín del maestro Piolín, especialista en
el uso del pikolín.
Además, somos líquidos. Nuestro mayor componente es
agua; y algunos hemos dedicado los mejores años de nuestra vida y sacrificado
las mejores partes de nuestro organismo a licuar nuestras vivencias y liquidar
nuestras neuronas (las que habían sobrevivido al ataque kung-fú confundido).
Respecto a nuestra tendencia a externalizar
actividades personales, la mayor parte de mis ingresos económicos han tenido su
origen en asumir vidas o funciones de otros. Creo que una inmensa mayoría
social oscila entre perezosa u ostentosa, de ahí que liquide su humanidad al
confiar el cuidado de lo que quiere o el ejercicio de lo que los identifica a
otros.
Un placer sólido el leerte, pequeña saltamontes
MARÍA.
Everybody is kung-fu fighting!
Hola, MARÍA:
Me temo que en lo de juglar te equivocas, a juzgar
de las reinas soy un bufón y de los reyes, un sátiro.
Uno no puede ser agua a gusto de todos; y a mí me
gusta ser agua que confluye en el oasis de tu blog.
Bueno, me voy a hacer de Ninja; que tengo que
combatir pestilencias que me lanzó una endemoniada.
Trasmítele, por favor, a Mara Laira mi felicitación
por su definición de la amistad, percepción con la que me siento muy
identificado.
Son muchas las veces en las que ante extraños, como
pueden ser los oyentes de un programa nocturno de radio, se crea una camaradería
cercana a la amistad. Al igual que ocurre entre escritores/lectores de blogs.
A diferencia de tu reseña, que he leído de
principio a fin, no pude pasar de los primeros minutos de esta película (vista
en casa en copia digital).
A la par que como espectador te agradezco estas
críticas cinematográficas, como lector te felicito por tu estilo al escribir:
combinas la claridad expositiva con la naturalidad reflexiva.
Quizá esperamos para, con la práctica, mantener
viva la esperanza y no dejar que el desánimo nos desviva. Quizá esperamos porque
preferimos morar en el purgatorio de la espera a asentarnos en el infierno de
la desesperación.
Es una suerte el contar contigo en mi vida. Me animas a mejorar como escritor y a humanizarme como persona. Confío en no decepcionarte en lo personal ni en lo creativo.
Mi caminar es caprichoso, pero no antojadizo. Y me lleva al encuentro en ese “nosotros” que Tú y yo conformamos al escribirnos y leernos. El valor, en la vida y en los sueños, se demuestra con actos que prueban nuestra valía personal. El que salgas de la lectura anónima y te acerques a la compartida es un acto de valentía frente al confort de la indolencia; y un gesto con el que me revigorizas. El que tú, amable comentarista, me dediques tiempo y aprecio me anima a seguir avanzando en este camino venyenloquecido que hace años emprendí para alejarme de la soledad.
El valor creativo para seguir recreándome en tu compañía me lo da el saber que una persona de tu valía me confía su tiempo y atención. Valía que conviertes en ánimo al apalabrarla en tus comentarios. Te pido disculpas por los exabruptos con los que, con cadencia esporádica,
una persona con mucha cobardía intenta envilecer tus nobles palabras. Espero que
entiendas que no establezca filtro a los comentarios, ya que entiendo que de
hacerlo transmitiría desconfianza hacia quienes, como tú, sólo siento
agradecimiento.
Si creo en mí heterónimo, es gracias a que tu ánimo no me hace sentir un escritor anónimo.
¡Gracias por venir y hacerme enloquecer, estimulante comentarista!
Me ha encantado tu poema, la manera pausada con la
que nos vas acercando a un final que has determinado desde el principio con la
reproducción de la cita de Leibniz.
Y el encanto de tu poema no está enfrentado con
que, en lo personal, me decante en el azar. Sin entregarme a él, admito su
influencia beneficiosa en él: si soy quien soy –y no quien aseguraban que
sería– ha sido más por azar que por determinación personal.
El amor es el mejor estímulo: lo es el amor propio
(ejercicio determinista) y lo es aún más el amor a los demás; y el amor
compartido tiene un origen caótico y una consolidación azarosa que entiendo
como casuales.
No busco contradecirte, sino agradecerte el
estímulo que me supone leerte, Mª Jesús.
Nunca me había parado a pensar si hay algún número
que me acompañe o defina. Gracias a la lectura de tu introspección intentaré
deducirlo mientas callejeo esta tarde.
Al igual que te agradezco el que me hayas hecho
descubrir que la fascinante Rebecca Ferguson ha grabado canciones. Intentaré
conseguir sus discos.
Resultan amenos de lectura y cercanos al transmitir
tus reflexiones. También me ayudan a descubrir facetas humanas de un Gaudí cuya
obra entiendo de manera más fraterna desde que he comenzado a leerte.
Temo que la curiosidad mata ocasionalmente a gatos
y frecuentemente relaciones. Cuando a la curiosidad se une la imprudencia de
jugar a juzgar pasados ajenos, la culpa se queda viuda y el corazón, enlutado.
Por suerte tenemos un pasado, unas experiencias
solitarias o compartidas que al vivirlas ya sentimos únicas y al recordarlas
las convertimos en irrepetibles, aunque estén asociadas a procesos cíclicos
universales como el paso de los días o el enamoramiento.
Muchas gracias por tu recomendación detallada.
Desconocía tanto a la obra como a la autora. Intentaré leer esta novela o la
obra anterior que mencionas.
Viniendo de donde vengo, no soy quién para criticar
el pasmo de la cordura ajena o elogiar la locura de Erasmo. Sí que puedo
admirar la belleza, aunque sea efímera como en una rosa o constante como en tus
textos.
Me atrapan las películas que se sustentan en la
narrativa y me curiosean las temáticas que reflexionan sobre la venganza. Si a
esto le unimos el que califiques la película como “potente”, la curiosidad por
verla se ha adueñado de este gato.
Alabama 3 - Woke Up This Morning | Belladrum 2023 | BBC ALBA
Me levanté esta mañana y descubrí que el sol que nos estaba siendo tan esquivo había venido a visitarnos. Me puse contento y empcé a cantar olvidando mi mal aliento:
"I'm gonna take you down, deep down to the frontline... (Deep down)"
Como buena mañana norteña, el cielo presentaba sus claroscuros, lo que me permitió salir con una chaqueta por alforja en la que guardar dos pares de gafas –prolectura y antisol–, un botellín con agua, un lápiz y una libreta –por eso de si mi divagar me acercaba a algún parnaso creativo–. Ahora que, pese a mi inmadurez, me encamino a hacerme viejo, suelo salir de casa tan equipado que en vez de irme de paseo parece que me voy a Borneo.
"Woke up this mornin', got yourself a gun. Your mama always said you'd be the chosen one."
Estaba sentado, absorto en mis ensoñaciones, cuando alguien pronunció el nombre por el que figuro asentado en el registro civil. A la tercera citación, me di por aludido y miré al invocador, temiendo que fuera alguno de aquellos señores vestidos de chándal que merodeaban por el parque; y que me estuviera retando a echarle una carrera, por eso de quedar bien ante sus nietos.
Quien me habló era un antiguo compañero de instituto, que se había convertido en turista accidental de su antigua ciudad. La celebración este domingo de un atractivo partido de fútbol lo había atraído a Gijón antes de lo previsto.
Tras haberme recordado quién era (él), se olvidó de preguntarme cómo estaba (yo).
"When you woke up this mornin' and all that love had gone."
Mis tripas empezaron a avisarme de que llegaba el momento de irme a casa, para no tardar en saborear la comida de desenlatada que debía recalentar. Así que rechacé la invitación del aparecido a ir a compartir unas sidras; y, tras desearle un buen día y un mejor regreso a su casa, me despedí sin mostrar intención de saber más de él y de sus treinta años de gloria que aún le quedaban por glosarme.
El desconocido se ofreció a acompañarme un rato, así que opté por tomar el camino de vuelta más corto. Me habló de forma apurada sobre su vida exitosa y de su glamurosa esposa, a la que me presentaría la próxima vez que nos volviéramos a ver. Llegados a mi portal, intentó seguir aireando éxitos, entre los que no estaba el de lograr atrapar mi atención.
"Your papa never told you about right and wrong."
A mi hambre de fiambre se unió la urgencia por ir hogaño al baño –que como ya no soy aquel alumno hirsuto de instituto al que mencionaba el desconocido, mi cuerpo cincuentón encuentra difícil frenar la micción–, así que tras una brusca despedida me fui sin tiempo para aceptar su sugerencia de intercambiar nuestros números de teléfono, que el muy alegre tenía toda la pinta de ser uno de esos hombres felizmente casados que no se cansan de mandarte por WhatsApp, a escondidas de sus esposas, videos de jovencitas gozosas de no estar unidas a él.
No sé por qué me acordé del fallecido James Gandolfini. Más bien de la psiquiatra que oía sin escuchar sus confesiones en la teleserie «Los Soprano». Quizá, al final, la vida sea un sueño; pero hay momentos en los que escuchar la de otros se convierte en pesadilla.
"Yeah, I know you, you just can't help yourself, yeah."
Titular
e imágenes tomados de este artículo de la edición digital del diario “El País”. https://elpais.com/sociedad/2024-05-09/sanidad-quiere-poner-cerco-a-los-tranquilizantes-se-toman-en-exceso-y-se-cronifican.html
Encuentro
preocupante la manera en que hemos dejado que nuestro vivir en sociedad se
asocie a aceptar vivir bajo control. Nada más próximo a una pesadilla
orwelliana que el aceptar que cancelen nuestro pasado –nuestras vivencias–,
bajo la excusa de protegernos del daño que nos produce el recordar esas experiencias,
¿verdad, amable leyente?
En
«1984»,
George Orwell fabulaba sobre la
posibilidad de que se establecieran “ministerios de la Verdad, de la Paz, de la
Abundancia y del Amor”. En 2024, esa distopía es real. “If liberty means anything at all, it means the right to tell people
what they do not want to hear” –escribió George Orwell en su prefacio a «Anninal Farm (Rebelión en la granja)»
–primera novela que leí en inglés en edición no escolar–. Nada más cercano a
una realidad orwelliana que un sistema sanitario público en el que ante
cualquier síntoma de flaqueza ante el tiempo presente te recetan pastillas para
no soñar, como si fuéramos personajes decantados por una canción de JoaquínSabina.
Nos
quieren tontos.
Eso
queda claro desde que entramos en el sistema –la educación nos deforma para
formarnos en el aprendizaje del “prietas las filas”–. Y, para rematar su
control, nos atontan con pastillas, con ansiolíticos para tenernos quietos ante
cualquier inquietud. ¿Cómo puede haber en España un problema de adicción a una
droga medicamentada bajo receta?
Muy
sencillo: cuando te la dan para paliar cualquier mal –incluso una migraña
crónica, como es mi caso–.
Grave
peligro corre quien cuenta lo que tiene en la cabeza a su doctor de cabecera.
Intentará adormecer tu ánimo, no paliar tu dolor. Y si rechazas esa medicación,
te echan del sistema de protección sanitaria. Y lo hacen por tu bien, para ver
si de una puñetera vez aprendes a dejar tu insolencia en casa y haces lo que la
buena doctora te ordena –en mi caso, kafkiano más que orwelliano, la doctorada
respondió a mi actitud reacia a la ingesta diaria de anisolíticos, que el
nuestro no es un país de chichinabo y no debía preocuparme por una adicción a
una medicación pautada, nunca me faltaría la dosis prescrita.
Por
suerte, el aprecio no se administra con pastillas sino que con actos, con
gestos como el que has tenido al leer esta enninación. Podrán quitarnos una
hora por vivir, pero no una hora de vivencias. Nos recetarán pastillas para el
colesterol, pero no para no soñar.