Este 15 de enero ha fallecido el creador estadounidense
David
Keith Lynch.
Para muchos, David Lynch era un “tío raro”.
Para otros, era un “tío raro que hacía pelis muy raras”.
Para algunos, era un “tío raro, que hacía pelis muy raras para salir con tías que estaban muy buenas”.
Quizás porque soy el tío más raro que jamás ha dormido en mi cama, no puedo evitar maravillarme ante todas y cada una de sus “rarezas”. Este ¿cómo me la maravillaría yo? no deja de ser llamativo al provenir tal admiración de alguien tan poco dado a admitir que algo me embelesa si en ese momento no me estoy admirando en el espejo.
Debo reconocer que la mayor parte de la obra de David Lynch me resulta difícil de entender, al igual que no entiendo LA BELLEZA y no por eso deja de maravillarme.
Que su narrativa me aturde, al igual que lo hace tu caminar sobre tacones, aterciopelada ‘Dorothy’. Y que sus trabajos, reflexiones y sugerencias me hacen desear ser mejor, más inteligente y más perceptivo; al igual que tu recuerdo, me hace desear haber sido mejor, menos necio y menos absorto.
Este 15 de enero ha fallecido el creador estadounidense David Keith Lynch. Su obra seguirá volviendo salvajes nuestros corazones frente al desánimo. Su fuego seguirá caminando junto a nosotros.
Para otros, era un “tío raro que hacía pelis muy raras”.
Para algunos, era un “tío raro, que hacía pelis muy raras para salir con tías que estaban muy buenas”.
Quizás porque soy el tío más raro que jamás ha dormido en mi cama, no puedo evitar maravillarme ante todas y cada una de sus “rarezas”. Este ¿cómo me la maravillaría yo? no deja de ser llamativo al provenir tal admiración de alguien tan poco dado a admitir que algo me embelesa si en ese momento no me estoy admirando en el espejo.
Debo reconocer que la mayor parte de la obra de David Lynch me resulta difícil de entender, al igual que no entiendo LA BELLEZA y no por eso deja de maravillarme.
Que su narrativa me aturde, al igual que lo hace tu caminar sobre tacones, aterciopelada ‘Dorothy’. Y que sus trabajos, reflexiones y sugerencias me hacen desear ser mejor, más inteligente y más perceptivo; al igual que tu recuerdo, me hace desear haber sido mejor, menos necio y menos absorto.
Este 15 de enero ha fallecido el creador estadounidense David Keith Lynch. Su obra seguirá volviendo salvajes nuestros corazones frente al desánimo. Su fuego seguirá caminando junto a nosotros.
No tiene por que ser así pero al igual ha gustado mucho a tíos raros como menos raros. A mi me encantaba pero claro yo si soy de los raros.
ResponderEliminarUn día, de pronto deje de ver panículas que imitaran a la vida real porque para eso ya la tenemos y me puse a mirar películas de ficción o de esas que llama el personal raras. No, no deje del todo el otro cine pero reconozco que sigo visitándolo mucho menos que este raro.
En fin, en la distopia esta lo interesante.
Hola, Erik:
EliminarNunca me ha gustado que me adjetiven como “raro”, siempre he notado una connotación despectiva cuando me lo dirigían. Aunque soy consciente de que es una palabra que en muchos casos no tiene una intención despectiva, sino excluyente: la persona “rara” es “extraña”, no es de los nuestros –acepción que sí que me define–.
Tampoco me gusta el arte realista; ¿y qué decir de movimientos como el tremendista o el naturalista? Me gusta la ficción consciente y me cautiva la subconsciente o surrealista. De hecho, creo que muchas veces el problema de la narrativa de ficción es que, en su búsqueda de recibir un reconocimiento academicista, introduce un realismo que la lastra o le resta fuerza a la hora de lograr la suspensión de la realidad: el regusto puntillista de Tolkien por describir una naturaleza inexistente en “El señor de los anillos” o la tendencia a contrastar la vida de los personajes dentro (irreal) y fuera (real) de la isla de la teleserie “Perdidos” me parecen muestra de lo incómodos que se sienten muchos creadores al temer que su obra sea ‘reducida’ a narrativa de ficción. En el caso de David Lynch la realidad aparece siempre hipertrofiada o neblinosa, salvo cuando compartía los partes meteorológicos de su adorada ciudad de Los Ángeles, a la que describía invariablemente como radiante, independientemente de las circunstancias atmosféricas.
Un abrazo, Erik.
Me encantó Twin Peaks, pero me pierdo en sus películas, o no logro entenderlas o acabo un poco agobiada. Un beso, Nino.
ResponderEliminarHola, Ángela:
EliminarCreo que el Arte no hay que entenderlo, sino sentirlo. Uno debe entender un acta notarial, no un acto de ficción. Una debe reconocerse en su fotografía del carnet de identidad, no en las de su reportaje de boda. El arte funcional debe ser útil y práctico, el arte creativo debe tender a lo imposible, incluir puntos de fuga por los que se cuele nuestra imaginación o memoria.
El arte de David Lynch –salvo algunas de sus composiciones musicales, que me resultan inquietantes en su simplicidad opresiva– me resulta estimulante. No lo entiendo en su totalidad, se me escapan incluso detalles en sus anuncios publicitarios, pero es que tampoco entiendo realidades tan comunes como la electricidad, los impuestos o las vidas de otros.
Un abrazo, Ángela.
Su legado no morir. Un beso
ResponderEliminarHola, Susana:
EliminarDavid Lynch era un hombre muy espiritual, creía en la transcendencia, lo que también lo preocupaba ya que hacía que el MAL pudiera perfeccionar sus prácticas mediante sus sucesivas reencarnaciones.
Muchas de las obras de Lynch transcurren en una especie de limbo temporal, espacialmente se desarrollan en Estados Unidos pero la ambientación es atemporal y las líneas argumentales no son lineales. Este transcurrir fuera de una constante temporal hace que sus reflexiones sean atemporales, inmortales tal y como indicas.
Un abrazo, Susana.
Pero como que se ha muerto? No era tan viejo, creo.
ResponderEliminarYo tampoco lo entendía demasiado, hasta que deje de intentarlo.
Cuando tenía 17 o 18, con los colegas del barrio, si íbamos al cine elegía yo. Un domingo dije que íbamos al Loreto (a tomar por culpa de nuestro barrio) a ver cabeza borradora. Fue la última vez que me dejaron elegir, pero curiosamente, todos los que fuimos recordos aquella sesión doble ( obviamente no recuerdo con cuál la vimos).
Lo suyo era sin duda la hiperficcion, ya que cuando se dedicaba a la ficción standard iba sobradisimo ' una historia verdadera' por ejemplo. Yo prefiero la distancia intermedia de terciopelo azul, que la hiperdistancia de twin peaks.
Nos quedan las pelis. Descanse en paz
Abrazooo
Hola, Gabiliante:
EliminarLa vejez cronológica no va asociada a la muerte física. De hecho, hay mucho muerto viviente y mucha difunta moliente. Además, si David Lynch estaba acertado en su creencia, sigue vivo: creía en una transmutación del cuerpo y en que la transmigración del espíritu –como soy incrédulo e ignorante no te sé aclarar su creencia ni explicar su ciencia–.
Me encanta tu anécdota, gracias por compartirla. “Cabeza borradora” es una película desigual debido a todas las vicisitudes que condicionaron su rodaje, tan prolongado que Lynch usa diferentes soportes fílmicos, actores o técnicas para escenas dentro de una misma secuencia. Lo que hace más locuela una narrativa ya de por sí enloquecedora.
Me gusta ir sólo al cine. Desde la adolescencia evito acudir acompañado. Lo que conlleva situaciones que no todo el mundo acepta o tolera. Básicamente, si voy acompañado al cine y me siento junto a esa persona es que o bien me conoce y sabe que durante la proyección me proyecto en la pantalla y no existo a su lado; o es que he ido a ver una peli que no me interesa, pero sí me interesa la compañía que me propuso acompañarla.
En principio, también prefiero “Terciopelo azul” a “Twin Peaks”. Dada su extensión, la teleserie tiene momentos y tramas que no me atraparon, mientras que la película es cautivadora en su integridad. Además, al haber visto la teleserie en la tele, bien acompañado por mi esposa y mal emitida por Telecinco, fueron varias las ocasiones en las que la tentación de la compañía fue mayor que la televisiva.
Sí, Gabilante, nos quedan pelis, series, compañías y soledades por disfrutar.
Un abrazo.
Ains, qué recuerdos! Tuve un noviete
ResponderEliminarQue era clavadito al agente Cooper. Y yo tenía celos de todas las compis del instituto que llevaban fotos de él en la carpeta. Besos😘😘
ResponderEliminarHola, Maite:
EliminarY es que los institutos, los novietes y las envidias son entramados que dan para ficciones como “Twin Peaks” o realidades como la que viviste.
Mis años de instituto, a diferencia de los de colegio, fueron bastante propicios. Éramos un alumnado tan numeroso, creo recordar que el primer año había hasta un 1ºk, que la masificación ayudaba a ser uno más. Mis recuerdos del bachillerato son más cercanos a los de la serie “Sensación de vivir” que a los de “Twin Peaks”.
Un abrazo.
No era raro como tampoco tú lo eres, si acaso diferentes y muy especiales ; ) Justamente hoy al contestarte en el blog te dije que no es que me apasionara su cine, pero le reconocía un enorme mérito siendo el cineasta americano más europeo , por ese cine independiente del que fue precursor, pero seguramente por esas atmósferas tan cargadas, e intensas , sí, llenas de nieblas y ambientes entre tenebrosos y extraños me resulta un poco asfixiante aunque justo por eso fue un maestro del misterio y el surrealismo, que no es que te resulte difícil de entender a ti, es que seguramente ni él sabría el por qué de mucho de lo que hizo, pero tienes razón, la belleza no hay que entenderla.. se siente, se disfruta y ya : ) Así que me uno a tu homenaje, además fue tan polifacético ( además de cineasta, músico, guionista e incluso actor) que sin duda se merece un lugar en olimpo de los grandes artistas con mayúsculas. Un abrazo fuerte NINO y feliz resto de domingo ..
ResponderEliminarHola, MARÍA, zoy Ninín.
EliminarAciertaz, no zoy raro, zoy peculiar. Y zoiz laz perzonaz excepcionalez laz que me hacéiz zer especial.
Hola, MARÍA, aquí Nino:
Lynch contó y cuenta con reconocimiento en su país. Era un narrador de historias universales pero enraizadas en el costumbrismo y ficcionario yanquis. Desde “El mago de Oz” a la tarta de cereza sus historias son una evocación del sueño/pesadilla estadounidense. Contó con cofinanciación francesa para algunos de sus proyectos, recibió galardones en festivales como Cannes o Venecia, o exhibió sus debilidades y genialidades en exposiciones itinerantes por toda Europa –la última que vimos en Gijón fue poco antes del terror pandémico y del confinamiento–… pero el vórtice de su universo estaba en USA. Y de hecho, la gran industria audiovisual estadounidense intentó que entrara en razón, que aceptara ser uno de los ellos; pero David Lynch prefirió seguir siendo muy suyo.
Disculpa mi retraso en corresponder a tu contacto dominical. ¡Estoy hecho un trostélido!
Un abrazo de terciopelo, MARÍA.
Lo siento Nino, en esta ocasión no puedo opinar nada. No sé nada de cine, hace muchos años que no he visto ninguna película ni por televisión.
ResponderEliminarCiertamente, cuando se nos va un artista, nos afecta a todos.
Salud.
Hola, Francesc:
EliminarLa usencia de valoración no le quita importancia a tu opinión, le da la fuerza de la sinceridad y la humanidad de la compañía solidaria.
Yo hace décadas que no sé nada de Cine, ni de Literatura, Música o de cualquier otro arte que no sea el de ensoñar. Pese a mi ignorancia decadentista me encanta ver pelis entretenidas, leer tebeos de aventuras y novelas de suspense, cantar rock y bailar pop… Pero sobre todo me encanta paliar esa ignorancia conociendo a personas con tanto que decir y con sensibilidad para decirlo como es tu caso.
Gracias, Francesc.
Me parece muy acertada la definición de raro, con raras películas.
ResponderEliminarVi Twin Peaks. Me gustó mucho la primera temporada. La segunda, me resultó incomprensible. Pero recuerdo a Sherilyl Fenn.
Queda su obra.
Saludos.
Hola, Demiurgo:
EliminarRara vez discutiría contigo, ensoñador avezado, y está claro que ésta no será la vez que se comería ese pez que David Lynch nos desaconseja pescar en su ditirambo literario “Catching the Big Fish”.
Es innegable que la segunda temporada de “Twin Peaks” es desigual en interés e intensidad –quizá por ser la temporada en la que Lynch se implicó menos–. Y negar el atractivo fascinante de Sherilyl Fenn es negarle su belleza a la cereza.
Un gran abrazo, Demiurgo.
Me gustaban sus películas su versión de la duna y el hombre elefante. Te mando un beso.
ResponderEliminarHola, Citu:
EliminarVeo que tus preferencias están en sus primeras películas. “Dune” –en España se mantuvo el título en inglés para la saga literaria y el largometraje– me parece una película irregular, prometedora a la par que decepcionante en lo narrativo, subyugadora en lo escénico. “El hombre elefante” es una película muy bien rodada, una historia muy bien contada y, quizá, la película de Lynch que más me emociona. En su momento compartí en el blog esta enninación sobre ella, quizá te apetezca leerla https://venyenloquece.blogspot.com/2016/01/vistamos-calzado-rojo-y-bailemos-las.html
Un abrazo, Citu.
Era un director muy peculiar en ese cosmos de terror que le dio sus películas: conciliaba carácter y maldad en sus personajes. Su horror o maldad muy propias de lo humano.Por eso me enganché con su cine cuando vi Terciopelo azul y l película de aquella mujer que pierde la memoria en un accidente y se hace luego actriz , sin relacionar que ella venía de ese mundo. Un abrazo
ResponderEliminarCarlos
Hola, Carlos:
EliminarDejando a un lado su innegable habilidad técnica, David Lynch era un narrador peculiar, condenado a que sus historias fueran tachadas de histerias, cuando –como bien escribes– son ‘muy propias de lo humano’.
‘Terciopelo azul’ es una película que me fascinó. Mi acompañante salió bastante molesta del cine, ya que la obra no le había gustado y yo había ignorado sus intentos por alejar mi atención de la pantalla. Ella tildó la película, creo recordar, de un despropósito que embellecía la violencia machista; yo me sentí culpable por cómo había cautivado mi ensueño un relato sobre degradación y abuso. A la noche siguiente volví a ver la película. Con la que no volví a ir a un cine ni a hablar sobre películas fue con mi efímera acompañante.
‘Mulholland Drive’ no me sorprendió tanto. Creo que su marcado enmarque onírico ayudó a que la disfrutara como el reflejo de un sueño.
Un abrazo, Carlos.
Que descanse en paz...
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Kinga
EliminarGreat blog
ResponderEliminarPlease read my post
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