El presumido del Señor Nilsson ya se está poniendo mono pensando en tu regreso.
Ánimo, Pipilota.
Algunas arritmias que sufre el corazón brotan cuando el pensamiento deviene en conciencia de que la vida no nos emociona como antes, conciencia que nos impele a aceleramos hacia la añoranza de un pasado en que nuestro corazón latía más fuerte. El corazón no tiene freno ni marcha atrás. De ahí que sus choques frontales con la Realidad tengan consecuencias letales. Nuestra Fantasía tiene el recurso protector de enloquecer cuando la Realidad se vuelve demencial. ¡Gracias por venir y enloquecer!
Este viernes 23 de Abril, podremos descubrir la cuarta novela de Federico Axat.
Hasta entonces, aquí os dejo un enlace con un video promocional de Benjamín.
Toda la suerte del Mundo, Federico.
Nino Ortea
El pasado viernes pretendía contaros una serie de cosas que me ocurrieron el jueves. Hoy es lunes, a ver si alunizo de una vez.
Un amigo degustador de música “alternativa” y odiador de ir sólo a los sitios —bueno, al baño sí que va— me propuso acompañarlo al concierto de Anne McCue. De hecho, se ofreció a pasar a buscarme en coche y de paso a invitarme a un algo. Lo que hacemos por no estar solos. Yo me tengo despertado junto a cada elementa radioactiva…
Desconocía a la intérprete. Pero allí estaba esperándonos. Sola sobre el escenario y enlutada para la ocasión —ya sabéis que el negro es el color de los valientes, según Chuck Norris, y los alternativos deben de ser todos muy valientes—. Salvo por alguna versión de Hendrix o The Police, su música me resultó tan desconocida como mi sentido del ridículo. Perdida entre el Folk y el Country, oía lamentarse a aquella chica cuya delgadez, palidez y candidez casi me animan a subirme al escenario a invitarla a algo caliente y a que me hablara sobre ese hombre del que tanto se lamentaba.
Si los pupas del mundo no nos ayudamos, ¿quién nos va a ayudar?
Me quedé en mi sitio, pues ya no tengo edad para ir haciendo el Tarzán y rescatar a Janes de los peligros de la jungla de asfalto. Además, siempre se acaban encamando con los porteadores que se caen de los desfiladeros.
El concierto fue llevadero. Como lo son esas conversaciones sobre fútbol que mantengo en los bares mientras espero por mis citas. Ya sabéis que lo bueno se hace esperar, y las buenas de rogar. El caso es que el inglés encriptado de la cantante me dificultaba seguirla en su narración, por lo que perdí ocasionalmente la mirada entre el público para repartir saludos aleatorios. No te des por aludida si asististe al concierto, pero la verdad es que entre las presentes había poco material sugerente. Salvo por unos grupúsculos de connoceurs, de los que su indumentaria ya había vaticinado su futura entrega musical, el resto del público estaba más pendiente de hablar que de escuchar. Mi amigo, muy circunspecto él, es de esas personas que en un concierto se comportan como yo en un pincheo: “¡Si coges algo de mi plato, te corto la mano!”. Así que lo dejé tranquilo y pensé en irme.
Quizás a la artista le interesaba una audiencia más reducida —aquello estaba lleno, ya se sabe el atractivo de lo gratuito— pero más apasionada. Puede que a Anne McCue el ver la indiferencia mostrada en parte de los presentes la llevara a cuestionarse su inexistente falta de oficio —es muy buena en lo técnico— y no nuestra evidente falta de entrega. Estaba casi a punto de decirle “Oye, te espero fuera en el bar”, cuando me acordé de este blog.
Pensé que quizás a aquella cantante australiana de formación norteamericana, a la que el destino había convertido por unas horas en asturiana, agradecería el interés relativo de unos desconocidos. Al igual que yo, un asturiano apasionado por lo anglosajón y embelesado por las venusianas, agradezco cada lectura de mis textos, pese a saber que muchas son meras caricias del azar. Pues en esta época de ofertas culturales en exceso, el que alguien pose sus ojos en ti, no te debe hacer sentir observado si no apreciado.
Me acordé de una conversación que había mantenido esa mañana con mi amigo Carlos Ansotegui, y en la que los dos coincidíamos en admitir nuestra debilidad por los artistas que buscan transmitir sus emociones; y no los que intentan exhibir su virtuosismo o apabullarte con sus conocimientos. Vamos, que sin negarle ni un ápice de valía a Borges, a los dos nos gusta más Baroja.
Acabado el concierto, Pablo y yo disfrutamos de unas cervezas. Él me habló de una serie de grupos que creía que debería escuchar, y yo le enumeré una lista de mujeres de las que debería escapar. Ahora tengo frente a mí la servilleta con los nombres, y voy a ver qué descubro sobre ellos.
Quizás lo fortuito en el Arte, ese descubrir sus obras por casualidad, sea uno de los elementos más sorprendentes en lo cotidiano.
De momento, voy a oír música de Anne McCue, y más tarde empezaré a leer la novela Santa Evita.
Gracias, Pablo y Carlos, y en vuestro nombre a todos los que venís y enloquecéis.
© Nino Ortea. El hombre que escuchó a una rubia. Gijón, 19-1I-10
¿Debe ser el Arte algo gratuito?
Encuentro difícil la respuesta a este planteamiento, más allá de remitirme a la voluntad de cada creador. Lo que sí tengo claro es que el Arte NUNCA debe ser algo barato.
Internet —ese laberinto en el que cada vez me siento más Dédalo— nos ha acostumbrado a la ganga perenne en su sección de contenidos culturales. Curiosamente, las empresas que posibilitan dicha gratuidad, llamémoslas Google o Telefónica, son cada vez más poderosas y expanden su ámbito de operaciones fuera de su mercado original. No es que me quiera poner en plan Gandalf en El señor de los anillos, y las vea como jinetes espectrales que amenazan nuestra apacible comarca al servicio de un Mordor maligno. Pero está claro que ambas ambicionan su tesoro: unas se hacen de oro negociando con nuestros datos confidenciales, y otras posibilitando el que no respetemos los derechos de autor. ¿Para qué quiere Google convertirse en un Big Brother que haría palidecer al temido por George Orwell? ¿De qué sirve el que FundaciónTelefónica
Adicción y dependencia. Eso es lo que buscan. Nos convierten en acumuladores de teras y en pusilánimes frente al Poder. ¿Exagero? Piensa en cómo de repente Internet ha tomado fuerza en tu vida. Pese a mi autarquía económica, en más de una ocasión me he planteado dejar de bucanear el acceso a
Aunque claro está, también me ha dado la oportunidad de abrir este blog, escribirme con David o Lucía y enredarme en lecturas sorprendentes…
Como os decía, no tengo claro si el Arte debe ser gratuito. ¿Por qué el Arte y no el pan, el cariño o el dentista? ¿Qué es lo que lleva a las Instituciones a ser pródigas con lo Cultural y sórdidas en lo Social?
Yo no quiero ver partidos de fútbol en alta definición ¿gratis? en televisiones públicas, ni que mi ayuntamiento me regale cuidadas publicaciones de autobombo. Yo no quiero que la entrada a algunos museos sea gratuita, ni una red de bibliotecas que compite en préstamos con videoclubs. Yo lo que quiero son servicios públicos gratuitos y eficaces, suministrados por servidores públicos no por serviles ante el Poder que, tras ser admitidos en la casta de los elegidos, se desentienden de sus conciudadanos. Yo lo que quiero es un estado del bienestar universal, y no que la gente se muera con dolores por falta de fondos estatales, mientras se derrocha el dinero en comprar los derechos televisivos de competiciones en las que siempre juegan los extraños y ganan los otros. Yo quiero una Cultura libre de mogules cazurros que, a la vez que se enriquecen con lo público y gratuito, impiden resonar a voces discordantes.
Yo lo que quiero, Lola, es que tú me quieras, pero hace tiempo que sé que es imposible. Y es que, ante el Arte me pasa lo mismo que tras de ti, no puedo evitar preguntaros lo mismo que cantaron Fito y Los Fitipaldis: ¿Para qué quererte tanto, si después te vas?
Tú, el Arte y mis ideas, juntos os vais y me dejáis, como ahora, vacío.
Mi intención al ponerme frente al teclado, era hablaros del concierto de la cantautora Anne McCue al cual asistí ayer. Pero está visto que
Mañana más. Ahora estoy cansado de Internet. Pero sé que por mucho que la maldiga, al igual que me ocurre contigo, siempre acabo volviendo.
Ahora, el que os deja soy yo. Me voy.
Nino
Eddie Campbell.
La publicación en España del primer recopilatorio de Baco –recogido dentro de la colección Biblioteca Factoría en su número 16– coincidió con el anuncio por parte de su autor —hablamos de diciembre de 2001— de concluir la revista Eddie Campbell´s Bacchus, con lo que una idea tan presente en la obra de Campbell como es la de la estrecha relación entre la vida y la muerte, se materializó en sus plasmaciones editoriales. Conviene recordar que el dios se había despedido de sus acólitos en una aventura publicada en el número 50 de la citada publicación antológica; y es que ni siquiera las deidades de la historieta son indemnes al paso del tiempo, como bien reza en el título de este primer volumen de los diez que recogen las andanzas del dios de la juerga entre los mortales.
El origen del personaje se remonta a 1986, apareciendo por primera vez sus historias bajo el título de Deadface en la revista homónima publicada por Harrier Cómics. Una de las características de Campbell es su constante retomar trabajos finalizados a los que añade detalles —como en el primer pasaje de From Hell, recogido en su versión remozada en la reciente edición de Planeta— o en los que incluye nuevos dibujos. La inmortalidad no... se abre con una ilustración remozada realizada en 1995. Esta sistemática puesta al día de su obra, provoca el que en una misma página podamos encontrar acabados diferentes de un mismo personaje, o distintas resoluciones técnicas para una situación frecuentada.
Uno de los aspectos que más sorprenderá al lector que se acerque a la serie estimulado por el trabajo de Campbell en From Hell, será la diferencia gráfica entre ambas obras. Aquí el soberbio uso del rayado y la minuciosa reproducción de ambientes, presentes en la obra sobre Jack el destripador, dejan paso a un vitalista uso de la línea y a una jovial creación de atmósferas. Eso sí, en ambas obras sobresale el soberbio entintado que convierte al trabajo de su autor en uno de los mejores exponentes del uso de las luces y las sombras en el medio. Destacando la calidad con que se ha reproducido la obra, sumamente fiel al original tanto a nivel de ilustraciones como de rotulación. La implicación de Campbell en el proyecto queda patente en su decisión de elaborar portadas exclusivas para su edición española.
En La inmortalidad no... asistimos a la presentación del elenco de personajes habituales en la colección, los cuales en un futuro llegarán a robarle protagonismo al titular de la serie –Hermes Versus the Eye Ball Kid–. Un Baco lacio por el exceso de mujeres, vino y canciones a lo largo de sus más de 4.000 años, busca enfrentarse a Teseo –convertido en jefe del hampa– en venganza de la traición que éste infringió a Ariadna. En el camino de ambos se cruzará Ojos Bill, quien impulsado por su deseo de vengar la muerte de su abuelo –Argos el de los 100 ojos– se ha cargado a la mayoría de las deidades olímpicas y vaga por
Amor, rencor, venganza, hedonismo... son los puntos cardinales que marcan el desarrollo de una obra que nos brinda la oportunidad de asistir al desarrollo y posterior madurez creativa de un autor cuya genialidad no ha hecho más que dar sus primeros frutos.
La inmortalidad no es para siempre, pero obras como Baco garantizan a su creador su presencia eterna en el Olimpo de
Allá cuando el ánimo era joven, Manuel Barrero tuvo a bien pedirme que escribiera una reseña sobre esta publicación para TEBEOSFERA. Quizás os apetezca echarle un vistazo.
http://www.tebeosfera.com/1/Obra/Tebeo/Factoria/Baco.htm
© Nino (su nombre rima con vino) Ortea. Gijón 15/IV/10
¡Lala la la rita, barro mi casita!
Porque, lo que son las calles que llevan hacia ti… ¡como que no va a ser de ésta!
Menuda basura de examen me salió ayer. Pese a estar hecho un figurín, el ejercicio de las figuras me desfiguró. Tanto triángulo boca arriba y boca abajo me recordó a lo nuestro, Lola.
Bueno, brilla un sol exultante. Seguro que si te desabrochas otro botón del escote, Lorenzo no deja que salga
© Nino Ortea. Barrendero de ilusiones
Me encantan Roxy Music. Me gustaría que la vida tuviera el mismo ritmo que sus canciones.
Dance Away fue el tema con el que los descubrí.
Te invito a ver este videoclip , un auténtico monumento al falso directo.
Primavera... ¡Ñam-ñam!
Creo en el poder curativo de la palabra. Aunque sea dicha a destiempo. En gran medida Ven y enloquece es un mantra de autoestima que enfoca y centra mi animo.
Por fortuna, no sólo soy yo el único que tiene esta sensación. También la compartís parte de quienes lo leéis, tal y como ayer me comentaba por correo una inesperada lectora:
Hola Nino,ya te explicaré con calma lo que percibo al leerte.Pero así ,de brote pronto,me sugiere intimidad de sentimientos y sensaciones que plasmas con pluma ágil,acercándote a todo lector necesitado de encontrar explicaciones a hechos cotidianos.Sí ,es eso,una lectura de sugerencias.
Para muchos, el uso de la palabra más allá del monosílabo es un acto de soberbia. Lenguaraz, charlatán o verborréico son algunos de los denostativos con los que los enmudecidos deshonran a quien no se calla lo que siente. Es más, no faltan prosodas que nos denigran como “egocéntricos” por hablar de nosotros y no de la nada, como hacen ellos. Y siempre está la legión de cobardes que usa el silencio para trasmitirte su desprecio. O quienes creen que aquello que se omite deja de existir.
En mi tendencia a la prosopopeya os puedo asegurar que uno de los descubrimientos que conllevó trabajar clausurado en un turno de noche, fue entender la dureza de un régimen penitenciario de aislamiento. Pues siempre había pensado que de estar encarcelado, mejor tranquilo en una celda que compartiendo duchas con la gandaya. La soledad me llevó a llorar. Entendí al Steve McQueen que enloquecía cada vez que lo encerraban acompañado por su guante y pelota de béisbol.
Vale, ya sé que ese abatimiento me invade porque soy un pupas. Los iletrados aprovecharían esas noches para leer. Los vagos para hacer algo. Y los pusilánimes para mantener su ánimo.
He tardado en acostumbrarme a ese trabajo, y cada vez que vuelven a confiar en mi para desempeñarlo, junto con el agradecimiento viene el miedo a volver a los tiempos en que esa soledad fue la puntilla que me llevó al desmoronamiento anímico. Ahora, siempre que retomo esa tarea me hablo, repitiéndome palabras de ánimo o releyendo cosas que he escrito. Las palabras mantienen mi tranquilidad.
Creo en el poder curativo de las palabras. Por eso me gustaría trasmitir mi apoyo al movimiento ciudadano que defiende el mantenimiento en Gijón del programa Terapia de Reencuentro. Programa que busca orientar a sus beneficiariosn sobre cómo comprender mejor las relaciones interpersonales Entre sus actividades, desarrolla talleres por el buen trato para ayudar a las personas a que sean conscientes de lo que les pasa, utilizando el dialogo y las relaciones de paz entre hombres y mujeres y evitando así medicaciones innecesarias en algunos los problemas psíquicos y físicos
Mañana martes, 6 de abril, tengo todo el interés del mundo por acudir a las 19:30 horas al CMI Gijón Sur. Y escuchar a Elena Fernández Ardisana, enfermera de familia y Salud comunitaria en el Centro de Salud Natahoyo, Gijón y Coordinadora de Terapias de reencuentro.
Para quienes no estéis muy al tanto de la problemática que rodea al mantenimiento de este programa, me he permitido resumir un artículo de la periodista del diario gijonés La nueva España, Ana Isabel Rubiera:
Salud y suerte a todos.
© Nino Ortea. venyenloquece@hotmail.com Gijón 5/IV/10
Con el nombre de “terapia de reencuentro”, o “terapia por el buen trato”, se conoce un recurso de autocuidado que se puso en marcha de forma pionera en Gijón, en el centro de salud de El Natahoyo, hace diez años.
En las primeras épocas las autoridades sanitarias locales y regionales y portavoces del Instituto de
Esa “terapia del reencuentro” promueve, la búsqueda personal de la salud sin recurrir a fármacos. Y consigue que el peso de la mejoría de los pacientes recaiga en dinámicas de grupo y estrategias de comunicación entre enfermos y terapeutas, haciendo mucho hincapié en la escucha activa.
El programa, pese a ganarse el respeto de las autoridades sanitarias, no logró sin embargo, nunca en diez años, que fuera una clara apuesta de esos mismos responsables políticos. Y eso que a mediados de 2008 ya tenía medio millar de pacientes procedentes de toda Asturias dando garantías de éxito del proyecto, y en 2010 acumula casi 200 pacientes en lista de espera para entrar a los cuatro grupos creados.
Mientras ese escaso respaldo se mantenía, hasta se daba por bueno. Pero ahora negros nubarrones se ciernen sobre la “terapia de reencuentro” que lidera en solitario el centro de salud de El Natahoyo.
Para más información, quizás podéis empezar por aquí:
http://www.lne.es/gijon/2010/03/26/pacientes-natahoyo-exigen-respaldo-terapia-farmacos/892070.html