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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

sábado, 27 de mayo de 2023

El hombre de dos cabezas XIX

Jerome Charyn’s Movieland, chapter 10: Two-Headed Man

El hombre de dos cabezas XIX

 

El maestro (Otto Preminger) estaba matando tiempo, malgastándolo con una cadena televisiva, mientras soñaba con un contrato multimillonario, sobre el que ya había esculpido mentalmente todos sus detalles.

Tenía setenta años.



Sus ojos eran del azul que siempre habían atesorado los de Paul Newman. Tenía una maravillosa forma bailarina de caminar, como si el suelo tuviera que ceder ante Otto Preminger. Sus trajes podrían haber sido confeccionados para un rey persa. Se adherían a su cuerpo con una sensación sedosa. Todo sobre él, o alrededor de él, parecía hecho a su medida: desde las letras blancas de su nombre sobre una pared negra desnuda, a las moquetas gruesas y mullidas, o las venas azules de su cráneo. Él era hollywoodiense, al igual que Orson Welles: un personaje más importante que cualquier película que pudiera hacer.

Yo tenía que suponer lo que le había llevado a contratarme. Había leído una de mis novelas, al menos eso decía. Giraba sobre un detective de homicidios judío, al que asesinaban. Pero Otto nunca se refirió a mi novela. Hablaba sobre las de Truman Capote o las de Thomas Mann.

El padre de Otto había sido fiscal general del Imperio Austríaco, el primer jefe de fiscalía judío que Austria había tenido. “Mi padre era muy inteligente”, manifestó en una entrevista. “Teníamos una relación hermosa, como la de dos hermanos”. Su madre fue “una mujer de gran corazón; pero, realmente, no desempeñó un papel fundamental en la formación de mi carácter”.

Otto fue un actor de teatro en su adolescencia, y comenzó a dirigir mientras aún era un estudiante universitario. Max Reinhardt, el director y productor más arriesgado de Alemania, lo puso al frente del Teatro Josefstadt antes de que Otto cumpliera los veinticinco. Preminger se convirtió en el joven príncipe de los directores y productores.



Dejó Viena tres años antes del Anschluss, cuando Hitler anexionó Austria a Alemania, como si fuera una provincia de papel.

Fragmento de mi traducción de «Movieland: Hollywood and the Great American Dream Culture»obra de Jerome Charyn, publicada por la editorial Putnam ©®–.

 


 

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Mientras tanto, en "El tintero de oro" - 4


Buenas tardes, Tara:

Gracias por tu deseo de felicidad, anhelo que comparto para ti y los tuyos.

Mi proceso creativo no es “kafkiano”; pero sí que en él se produce una metamorfosis entre mi persona y mis personalidades creativas. Me aíslo en un castillo creativo para su edición mientras miro distraídamente fuera.  Bueno, ahora que lo pienso, mi proceso creativo es algo “kafkiano” y bastante marciano, por eso de alienarme.

Me alegra haber despertado tu curiosidad lectora; confío en no decepcionarla.

Gracias por tus palabras y tu tiempo, Tara.


Hola, MARÍA:

Gracias por unirte a este coro individualizado, gracias por hacerme sentir acompañado en esta travesía que se presentaba como solitaria. 

Sí, esta novela es una versión integradora de lo fabulado en tres “brevelas” previas. No es la versión integral dado que faltan elementos que no he usado y otros que, imagino, añadiré al corregir los fallos presentes en ésta versión.

No hay heroicidad en mi autoeditarme: la historia es sencilla y mi edición, rasa. Creo que tendría más mérito el luchar por encontrar un hueco en la oferta de alguna editorial; o el contar una historia valiente. Lo mío es un simple ejercicio de reafirmación personal: me propuse hacerlo y lo hice.

Ahora vuelvo a las andadas de la autoedición de la mano de Clarisa Tomás Campa; quien, como Virgilio hizo con Dante, me ha guiado para salir de un bosque oscuro hacia la esperanza.

Sí, aciertas, disfruto con el proceso de escritura, con el de edición y con la relectura de mis textos impresos. Disfrute equiparable al de leer comentarios alentadores como el tuyo.

Un abrazo, MARÍA.


Hola, Pluma, vecina:

Gracias por tus actos solidarios de buena vecindad.

Mi proceso de escritura no es de por sí solitario: hoy he estado avanzando en un “encarguillo” mientras hacía tiempo en el parque de Begoña. Pero la edición sí que necesita que la aborde desde el aislamiento (desconecto el rúter del pc y no escucho música). Mi único estímulo es la distribución del texto. Cada 40
minutos paro (uso un reloj de cocina) y nunca estoy más de 3 horas frente a la pantalla.

Para saber lo que vendo me basta con saber contar con los dedos. Pero, para demostrar lo que agradezco comentarios como el tuyo, necesitaría todo el espacio de este blog.

Gracias, vecina y compañera.


Hola, Jorge:

Gracias por tus palabras de ánimo, las de ahora y las que siempre me dedicas.

Poco antes de optar por curiosear en la autoedición había reorientado mi trayectoria vital. Eso se tradujo en mejorías en salud, pero en estrecheces en lo económico. Ese cambio también vino acompañado de decisiones en lo creativo: dejé de escribir colaboraciones culturales y de participar en actividades no retribuidas. Decisión que conllevó que quien me apreciaba gratis no me contratara barato.

Me vi con tiempo y con la necesidad de usarlo en algo que no fuera lamentar mis decisiones heridas. Me puse a autoeditarme sin tener ni formación previa ni programas específicos. Y me autoedito con los mismos recursos que empecé y con la misma comercializadora a la que recurrí. Una vez que tracé un camino a mi destino, hice lo que hacen los burros: no salirme del curso marcado.

Soy una persona peculiar; y eso se traduce a mi personalidad literaria: escribo y edito a mi manera. Por eso me sorprende a la par que agradezco el interés que puedan despertar mis textos –en el blog o impresos–. Y por eso no establezco margen de beneficio sobre los ejemplares que vende la empresa comercializadora: defiendo que la cultura debe tener un precio simbólico, de ahí que no lo cuelgue en pdf para descarga gratuita; entiendo que la cultura sólo puede tener un precio añadido cuando conlleva el valor añadido de ser Arte (y lo que yo escribo no es artístico)

Confío en que el gato de mi impericia no le de un zarpazo a tu curiosidad, Jorge. 

Un abrazo, compañero.

miércoles, 24 de mayo de 2023

Mientras tanto, en "El tintero de oro" - 3

 Hola, Juana:

El estímulo es mutuo, compañera. Leerte es siempre estimulante. Tu relato “A la sombra de eso, bajo la mirada de aquel” ha sido una de las lecturas que más he disfrutado en tiempo, dentro y fuera de los blogs.
No puedo ni imaginarme la riqueza de tus conversaciones con Mario Benedetti. Fíjate en lo inmenso de mi incultura, que no supe de Benedetti hasta que Joan Manuel Serrat le dedicó un disco. Mis escritores favoritos siempre han sido los letristas de canciones y los autores de pintadas.
 No en la pared y con pintura, sino en papel y con lápiz, me gusta escribir mis cosas. Epifanías que muchas veces no pasan de ser frases inconexas. Fabulaciones que difícilmente hago realidad al convertirlas en relatos. O impresiones que no tienen vida fuera de mi interior.
La tecnología es un recurso mágico. Obra milagros en lo personal y en lo creativo. Posibilita que los sueños artísticos se hagan reales o que nazcan relaciones personales. En mi caso, no me habría autoeditado de no ser por la accesibilidad tecnológica. Pero… mis problemillas y mis caprichos –es decir: mis limitaciones– hacen que no la use lo bien que debería y, en muchos casos, la evite.
Me es inevitable agradecerte tanto tu creatividad como tu amabilidad, Juana.
Otro abrazo transoceánico.


Hola, Marta:

Si conversar ya es algo fantástico, lo de charlar es prodigioso: todo un bálsamo de Fierabrás que palía magullones y heridas que resultan de nuestro embestir a los monstruos y molinos de la realidad. 
Sí, he aprovechado esta oportunidad generosa de David y Pepe para dar presencia pública a mis presentes íntimos a la hora de apalabrar mis ilusiones/obsesiones. Mis “alter egos” literarios son hermanos de mis facetas humanas. De ahí que la identificación de mi heterónimo principal esté compuesta por mi apodo afectivo y mi apellido real. Él no existe, pero lo que lo conforma es real, al igual que lo es lo que lo inspira.
Gracias a ti, compañera, por estar siempre aquí donde lo humano prima sobre lo literario.
Un abrazo, Marta.


Hola, querida Clarisa:

Si tú, mi amiga, aún te sorprendes al leer mis “enninaciones” espero que entiendas que yo me siga ruborizando al leer tus “clariaprecios”. Es leerlos y sentir que los recibo por primera vez.
Renacemos cada vez que leemos lo ajeno o redactamos lo propio. Ese algo nuestro que se une a lo ajeno, o se aporta en lo propio, es vida apalabrada. Palabras que pese a su condición inerte en gramáticas o diccionarios, cobran vida al ser leídas con sentimiento. Y el sentimiento siempre nos emociona, alegra o enfurruña con la intensidad de la primera vez que nos sentimos así. Pese a sus rutinas, la vida nos emociona como a primerizos vitales.
¿Qué haríamos como escritores sin esa capacidad para emocionar y emocionarnos? Imagino que escribiríamos con inteligencia sobre lo artificial: redactaríamos manuales de electrodomésticos, enumeraciones de acciones o listados de necedades. Escribiríamos, sin duda, pero no comunicaríamos.
Pienso que hay que perder el miedo a identificarse como lo que somos, independiente de la interpretación social que se de a esa identificación. Uno se define como “escritor” y ya se le achacan ínfulas literarias de mancarse para emular a Cervantes; o de vivir alejado del mundanal ruido. No: un escritor es simplemente alguien que busca comunicar sus ideas, sentimientos o fabulaciones subjetivas siguiendo pautas objetivas. Una crítica cinematográfica no se puede limitar a decir que una película le gustó o aburrió, tiene que explicar su valoración. Escribir “¡Me muero por ella!”, no te hace poeta, necesitas dotar tu exposición de ritmo y cadencia. Escribir una larga nota de adiós, no hace de ti un nuevo Raymond Chandler, es preciso que narres qué te lleva a decir ese adiós o cómo te sientes al hacerlo.
todo ello abordarlo en soledad diferida, para que tu literatura salga al encuentro comunicativo de un receptor que aporte su subjetividad a tu objetividad: codificación + decodificación + recodificación. Escribo una fantasía, tu madre la lee y la equipara a una vivencia.

Respecto al volumen total de mi obra creativa, lo conforman el blog y seis obras; lo que ocurre es que, como sabes, he traducido y reescrito algunos de esos títulos, lo que lleva a que mi bibliografía sea más numerosa.

Nuestro proyecto va avanzando, compañera. Pronto te escribiré con detalles. Además tengo alguna duda que quiero consultarte, como la posibilidad de incluir notas al pie o traducir los fragmentos en otros idiomas.

Ahora, llega la despedida. No mediante un largo adiós, sino un abrazo y un “hasta pronto”.
Feliz día a ti y a los tuyos, Clarisa.

Slava Ukrayini! Heróyam slava!

 

Hola, Pepe.
Te agradezco la edición bella y cuidada que le has dado a mi introspección.
Me alegra el que te haya parecido interesante este flujo de sentimiento. Disfruto autoeditandome, pese a la impresión amarga que mi torpeza expresiva ha llevado a percibir a algunos de los atentos lectores de este texto. Ese disfrute me lleva a que, tal y como le acabo de recordar a Clarisa, gran parte de mi obra autoeditada sean variaciones recreativas sobre un mismo texto: ahora lo traduzco al inglés, luego lo fracciono o agrupo… Más que artesano de “la palabra”, soy un curioso de la expresividad. En lo literario, como en la vida, mis cartas son reducidas, pero no por ello dejo de disfrutar con el juego que me brindan.

Escribir a mano es una práctica resultante de mis limitaciones y habilidades. Me vienen ideas y las reflejo al momento en un papel (papel que rara vez no acaba despistado o arrugado) Me calma redactar esas ideas, abstraerme de una realidad que me altera. Únele que, al sufrir déficit de atención, escribir en un ordenador me abre la puerta al despiste. De hecho, cuando edito o corrijo mis textos no tengo encendido el rúter; Internet es un laberinto tentador para este ninotauro curioseante.

Sí, prefiero el término “autoedición” al de “autopublicación”. Considero que la publicación la hace Amazon; pero todo el trabajo previo con el texto y las tripas del libro lo hago yo. Yo, bajo las personalidades de Marcelino y Nino, corrijo el texto y hago el trabajo de edición editorial. Y ese ejemplar que sostengo de cada libro, sin ser una obra ejemplarizante, es un ejemplo de los logros de mi voluntad para superar mis limitaciones.

Me he quedado sin lectores beta. He comprobado que su aprecio hacia mi persona hace que supravaloren mi personalidad literaria. Pedirles ayuda de nuevo, sería volver a ponerlos en una situación incómoda. 

Alternar mis “alter egos” me resulta inevitable: no es igual mi actitud escritora que la lectora o correctora, no son equiparables mi expresividad y mi autocrítica. No soy un monolito de piedra, soy un hombre que escribo, de ahí que mi escritura no sea monolítica.
Dada tu creatividad, Pepe, creo que el resultado de tu prueba de alternancia va a ser arrebatadora. Lo de desvariar no debería preocuparte. Aunque, bueno, esto te lo escribe alguien cuyo blog incita a venir y enloquecer.
Un placer leerte y escribirte, compañero.

martes, 23 de mayo de 2023

Mientras tanto, en "El tintero de oro" - 2

¡Hola, Emerencia!

Gracias a ti por compartir mi venir enloquecido.

Mi mundo literario, como el mundano, es muy íntimo y personal. Personalizo en lo que puedo mis interacciones, de ahí que la autoedición sea mi forma de actuar
en la realidad editorial.

Creo que la edición, entendida con actitud sana, de tu obra debería ser el fin de un sueño. Para así poder volver a soñar, aunque sea que vivimos dentro de un sueño editorial. Pero ése no es mi caso: me quedo atrapado en mis sueños. Y reescribo
sueños ya soñados. Esta mezcla entre consciencia e inconsciencia creativa, me lleva a un estado de vigilia que me adormece pero no me permite dormirme.

Tus divagaciones son muy tuyas, compañera, pero al publicarlas nos permites sentirlas nuestras. La frontera entre realidad y ficción se transita gracias a los puentes de la voluntad y el azar. Somos escritores por un ejercicio de nuestra voluntad y gracias a que el destino nos acerca lectores.

Un abrazo, Emerencia.


Hola, Maite:

Sí, lo sé. Y gracias por hacérmelo saber y sentir. Sus “fallitos” no conforman una cordillera pero sí una sucesión de dunas.

Tengo planes para Cloe y el resto de la panda. A ver si me pongo a ello, ya que he escrito varios capítulos de su continuación.

Un abrazo, Maite.


Hola, jovial Ángela:

Sí, tengo planes que confío en que el peso de la realidad no aplane.

Siempre he pensado que para ser supersticioso necesitas creer en la existencia de un plano espiritual. Y no soy persona espiritual. Sí que creo en la suerte, pero no en la asociada a la numerología (a menos que tengas la suerte de saber contar las cartas en una mesa de póquer).

Un abrazo, Ángela.


Hola, Isra:

Gracias a ti, compañero, por este comentario animoso.

Me alegra que este relato de mis experiencias te haya sido útil. Lo que me fastidia es haberte trasmitido esa experiencia amarga, ya que no siento amargura alguna: de hecho, en unos meses habré autoeditado otra obra junto a la escritora Clarisa Tomás Campa. Me temo que esa trasmisión errónea se debe a la melancolía que muchas veces siente mi personalidad literaria. Mi heterónimo funciona como escribano –articulista o traductor– y se pregunta qué le impide hacerlo como escritor –creo que lo limita lo mismo que lo posibilita en lo anterior: cuida en demasía el estilo–.

De sentirme fracasado o derrotado no persistiría en autoeditarme. Es más: tener en mis manos un ejemplar de  libro que he ideado, escrito, corregido, editado y maquetado me da mucha satisfacción; incluso pasados años de su publicación. Me encanta leerme, quizá me encante demasiado, ya que soy el autor al que más releo. 

Gracias al desarrollo de la tecnología, podemos canalizar nuestras inquietudes creativas. Son miles los libros que se publican anualmente en España, ya no te digo en español. Confiar en que tu obra va a repercutir en los demás es fútil.

Ya en el patio del colegio aprendimos que el contar con reconocimiento de otros tiene más que ver con la suerte que con la valía. ¡Pobre de quien nazca feo, quizá la vida le sonría, pero él siempre sentirá que los demás se ríen de él! La apreciación personal es fundamental. De ahí que no me creo a esos fariseos que, con obra publicada, afirman no sentirse escritores. No necesito que los demás me digan lo que sé de mí. Ni que me den su marchamo de valía, salvo en contextos de escala de poder.

¿Soy escritor? Sí, lo soy; por voluntad y capacidad; no porque me lo diga mi vecina o cualquier “yonimentero”.  Soy decadente. Dejando a un lado mi provecta edad, el Decadentismo me resulta fascinante (son varias las entradas que le he dedicado a ello en mi blog). Creo que estos tiempos nuevos son tan injustos como lo fue cualquier otro pasado. Y cualquier sociedad es patética en su ética de asimilar la valía con el reconocimiento social.

Mantengamos la esperanza antes de que Pandora entre en danza.

Un abrazo, Isra.


Hola, Ainhoa:

El placer es compartido, compañera. Hace poco habéis publicado obra y confío en que, sin obrar milagros, sí que os haya dejado satisfechas.

El proceso creativo es a la par recreativo, de ahí su doble efecto saciante: como el de esos cucuruchos con dos bolas de helado.

Gracias por tus buenos deseos y por tu buen escribir. De entrada, la suerte está echada, pero no dormida. Esta echada a la mar del destino, no dormida en los laureles. Y esa mar, de navegación incierta, me acerca a tierras antes extrañas y ahora amigas, como las vuestras. La suerte, por suerte, no me es ajena. Nada habría sido sin ella, habría naufragado en el primer temporal. 

Un gran abrazo, Ainhoa.


Hola, Nuria:

Este mundo puede ser arcaico, pero nuestros actos no son arcaizantes: tienen ese regusto rupturista de revindicar nuestra condición de artista. El arte está en la vida y se almacena en los museos. El arte está en la humanidad de venir a apoyar a un compañero apenas conocido. El arte está en actos generosos como animar y desear suerte a quien sentimos como igual por compartir nuestra condición artística o nuestros condicionantes vitales.

Un abrazo y mis mejores deseos, Nuria.

lunes, 22 de mayo de 2023

Mientras tanto, en “El tintero de oro" - 1

Recopilación de respuestas recibidas en esta entrada

https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2023/05/donde-vive-el-recuerdo-nino-ortea.html


Hola, Ana:

Muchas gracias por tus buenos deseos, compañera.

Sí, por suerte mantengo el ánimo creativo. De hecho, aunque cuando escribí este texto aún no lo sabía posible, autoeditaré pronto una antología realizada por la escritora Clarisa Tomás Campa.

Gracias, Ana. 


Quiero agradecerle al compañero Pepe su cuidada maquetación de este texto, a la vez que le pido disculpas por le trabajo que le habrá acarreado solventar mis fallos de reacción. 

Gracias sinceras, Pepe.


Hola, Macondo:

Gracias por tus palabras de aprecio. 

Mi soliloquio había quedado algo locuelo, es gracias a David y  Pepe que ha adquirido este tono ameno e interesante.

Un abrazo, compañera.


Hola, Maite:

Es siempre reconfortarte leerte, como lo es escucharte en tu canal de YouTube. En hora buena me junté a vuestra compañía, unión que me permite compartir vivencias que pasan de ser mías a ser nuestras. 

La fusión de mis tres novelas me dejó el sabor grato de haber superado un reto y de presentar la historia como me apetecía (re)contarla. Como bien indicas, el trabajo fue reelaborarlas, ya que por entonces no estaba en el mismo estado anímico en el que las había escrito. De hecho, más allá de aprovechar para
corregir faltas y errores –que harán sido sustituidos por otros despistes–, limé con cuidado sus aristas de nihilismo. El resultado no fue una nueva novela, pero sí una versión diferenciada, de ahí que decidiera dejar la versión “serializada” que, aunque más irregular, es la más fiel a mi forma automática de escribir.

Ánimo con la conclusión de tu antología de relatos. Imagino que tu voluntad de concluir esa etapa en tu vida te determinará a solventar lo arduo del trabajo.

El tema de mi relación con mis alter egos –sí, tengo varios– es complicado de entender hasta para mí. De hecho son muchas las veces en las que he-hemos escrito sobre esa disociación creativa. Para mí, escribir ficción no es un acto rutinario ni de voluntad, es algo imprevisto. Ese imprevisto controla lo que
escribe y yo decido si lo comparto y cómo hacerlo. Ese distanciamiento, esos apagones explican mis altibajos en calidad, enfoque e interés dentro de un mismo texto si no lo escribo de una sentada.

Gracias.
La fotografía me pareció cautivadora en cuanto la saqué. El tratamiento gráfico que le ha dado Pepe la realza.

Gracias por tus constantes muestras de aprecio personal y creativo, Maite.

Un abrazo.


Hola, Josep.

Sí, me resultó interesante el leer tus reflexiones y las de José.

En nuestro caso nos une el haber abordado la autoedición canalizando nuestras a través de Amazon. Y el, pese a nuestros añitos, ser autores nóveles en el mundo editorial industrial.

Nuestras experiencias convergen y divergen, eso es lo bueno y lo mayéutico de la escritura y lectura de estos textos que David
nos permite compartir en su blog. 
No busco una editorial “seria” –quizá mi subconsciente espera que me encuentre–, ya que soy consciente de mis limitaciones literarias y las de mis textos (otra cosa son los anhelos de mi heterónimo). No adquirí la formación que te esforzaste en adquirir, ni siquiera leo textos teóricos sobre “el arte de escribir”; por lo que entiendo que lo primero que debo hacer sería solventar mis carencias formativas: apuntarme a talleres y concursos, leer manuales y  ejecutar sus prácticas. Pero no me apetece: nunca he sido buen alumno, salvo de mi experiencia. Y sigo experimentando en la autoedición en Amazon. Por placer anímico y estímulo intelectual.

En el plazo de unos meses, Dios mediante, habré autoeditado mi decimotercer título, que será una antología realizada por la escritora Clarisa Tomás Campa con textos que he publicado en mi blog a lo largo de quince años. 

No tengo ninguna experiencia amarga asociada a la autoedición. Ni mis obras han sido mal tratadas por Amazon –sus fallos editoriales son los míos al editarlas–, ni he sentido traicionadas mis expectativas de venta –cada venta es un milagro–. Mi problema con la autoedición estaba en mis limitaciones: ya no sabía cómo hacer algo que me estimulase.

Gracias a mi amiga, Clarisa, vuelvo a estar ilusionado con una publicación “ninera”. Así que sólo puedo estarle agradecido a la autoedición: me ha permitido calmar inquietudes, encontrar la amistad verdadera y conocer a personas interesantes, como los compañeros que conformáis esta comunidad encabezada por David Rubio. Y quizá en la autoedición, como en la vida, aún me queden experiencias fascinantes por descubrir.

Un abrazo, Josep.

Saludos, José:

Sí, compañero, uno de los privilegios de escribir fantasías es que te permite llegar a reinos fantásticos como ARAGCA y conversar con el señor de ese reino mientras paseamos por un museo de la confusión de trazado sugerente.

Pensar títulos para las obras y cómo organizarlas en colecciones es otro de los alicientes de autoeditarse, como bien sabes. Creo que ayudan a organizar el tránsito por ese zoco infinito que es Amazon.

Su servicio “Direct Publishing” está pensado para referencias escritas en inglés. El simple hecho de que tu nombre lleve tilde ya dificulta la gestión de tus obras. La dificultad idiomática se agrava con autores que, como tú y yo, nos inventamos palabras. Y ya en casos como el que mencionas de escribir en idioma ajeno al asociado al espacio desde el que editas, la situación debe de volverse muy dificultosa. Eso sí, imagino que si usásemos las plantillas de Amazon y contratásemos sus servicios editoriales, bailaríamos un vals nupcial. ¡Pero lo nuestro es el rock, José!

No compro en Amazon. No tengo tarjeta de débito. Los ejemplares de mis obras los adquiero mediante allegados. No sé cómo funciona el servicio KDP. Tengo todas mis obras con esa opción activada para que quien lo tenga contratado lo pueda leer. No busco ganar dinero con mis autoediciones –no les marco beneficio–, pero sí que me fastidia que quien lo lee “by the face” no lo comente o deje un simple “gracias”. La edición en formato electrónico es la que me da más problemillas, ya que subo una versión personalizada para entretenerme editando en XML. Y Amazon siempre me echa atrás las primeras versiones. Subo el mismo archivo, con variaciones numéricas, hasta que finalmente lo aceptan.

El tema de los talleres lo intenté una vez. Me apunté a uno municipal y gratuito, en el que el resto de integrantes eran féminas. Me trataron como un analfabeto funcional, recelaban como si temieran que hubiese ido allí de ligoteo. Sólo asistí a una sesión. Mi situación económica no me permite apuntarme a un cursillo de pago. Así que aprendo empíricamente. 

¡Qué grande es Horacio Quiroga! Su antología «Cuentos de amor de locura y de muerte» es un tesoro. 

No uso conscientemente ninguna metodología, aunque por deformación formativa mi análisis crítico bebe de la Semiótica. Y salvo por la música de Prince y el cine de Lynch, soy ateo a deidades creativas. 

Si quieres leer alguna de mis obras, te la puedo enviar por correo electrónico en PDF. Así evitas gastos innecesarios al poder hacer una lectura previa y decidir si te interesa.

La aventura y el placer están en conocerse. Promocionarse es una tortura para esta tortuga.

Un abrazo, señor de ARAGCA.

domingo, 21 de mayo de 2023

El extraño caso del doctor Rubio y Mr. Ortea

 

¿Acaso no van a escuchar al irrempazable Javier Gurruchaga?

Soy el hombre sin brazos del circo

Soy capaz de fumar con los pies

Cada noche la gente me aplaude más

Pero yo me quisiera morir…

 

¡Ah, disculpen mi canturreo, no los había visto!

Ejem, ejem…

 

¡Pasen y lean, damas y caballeros!

¡Acercaos y curiosead, niñas y niños!

 

¡En esta feria de vanidades que es Internet, descubran ustedes el espectáculo refulgente que el recatado David Rubio orquesta para lucimiento del exhibicionista Nino Ortea!

 

Enninamiento de una imagen tomada del sitio www.alamy.com

¡Pásmense al ver cómo el iluso Ortea presenta como arte su escribir la “O” con un canuto!

¡Maravíllense al ver cómo el ilusionista Rubio entinta con oro la falta de decoro del venyenloquecido loro!

¡Descubran los orígenes de las aberraciones que Nino trasviste como “enninaciones”!

¡Pasen, curioseen, descubran o asústense…! Pero ante todo –amables concurrentes–, lean, y lean bien y con cuidado, o su ego adquirirá el tamaño monstruoso del egocéntrico N i n o  O r t e a.

 

Todo esto y mucho más, por el módico precio de un clic.

¿No los devora la curiosidad, distinguidos visitantes?

 

Pasen y enloquezcan, el mundo nunca es inmundo en “El tintero de oro”.

Pasen y disfruten. Yo me quedaré aquí un momento. Déjenme admirarla por penúltima vez…

https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2023/05/donde-vive-el-recuerdo-nino-ortea.html

Eras tú la más bella del circo

Pero a nadie le dabas tu amor

Un secreto guardaba tu corazón

Que a mi lado te hacia venir (y enloquecer).



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