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domingo, 7 de septiembre de 2008

Elric, el eterno campeón albino -11 de 13


Thomas no sólo se mantiene fiel al texto adaptado —basta con ojear la edición realizada por Martínez Roca para comprobar como conserva diálogos literalmente, y sus elipsis narrativas son escasas— sino que desarrolla una obra que se justifica y defiende por sí sola, sin necesidad de leer narraciones previas o posteriores.

P. Craig Russell desarrolla majestuosamente un sorprendente dibujo transgresor, al que la lujosa edición de Forum sirve como soporte adecuado. Cambia constantemente el tamaño, composición y distribución de sus viñetas. Incluye los textos de apoyo en los lugares más insospechados. Utiliza perfectamente la perspectiva en sus diferentes planos, acercándonos o alejándonos de la narración de una forma precisa. Concentra la expresividad de Elric en su mirada que muchas veces presenta perdida, contrastando la palidez de su rostro con sus brillantes ojos rojos...

Pero, lo mejor estaba por llegar.
Si Russell nos había maravillado con sus trabajos previos con Elric, los 7 números en los que adapta la novela Stormbringer, son insuperables. El autor se ocupa totalmente del dibujo, del guión y de las portadas.

En esta serie asistimos a la conclusión del círculo vital de Elric, a medida que va cumpliendo su misión predestinada. Muchos elementos ya habían sido tratados previamente por Moorcock, en sus historias previas.
El motor que mueve al albino a enfrentarse a las fuerzas de Caos, es el intentar recuperar a su amada Zarozinia, a la que también dará muerte. Volverá a aliarse con los hijos de aquellos a los que guió en el saqueo a Melniboné. Se mantiene el gusto por la dualidad entre opuestos del autor:

Al Campeón Eterno se le opone una nueva encarnación de su Enemigo Eterno (Jagreen Lern), Reaparece la espada rúnica compañera de Stormbringer, Mourn Blade. La Muerte trae Vida;...
También aparecen claras referencias a elementos clásicos de nuestra cultura como su enfrentamiento a Roldán —el personaje central de la novela de caballerías La canción de Roldán, no el amigo de lo ajeno que dirigió el benemérito cuerpo—. Curiosamente en su Duke Elric, sugiere a Roldán como una encarnación del Campeón Eterno.

A lo largo de la obra, Russell nos muestra el ocaso de la civilización, no solo con imágenes, también utiliza el color de una forma simbólica, los cielos azules o amarillos del primer número acaban adquiriendo un mortecino tono rojizo en el último.
En las escenas de masas, presenta las figuras como conjuntos tonales sumergidos en el ambiente, ilustra los cuerpos detenidos en sus gestos o actos, casi sin elementos cinéticos, descompone las figuras en planos de volumen y las envuelve en una luz que da a sus formas casi geométricas un aspecto irreal y metafísico, gracias a su gran intuición cromática para el uso de la luz.

Muchas veces renuncia a la profundidad del espacio en una escena, situando toda la fuerza dramática en la expresividad de los rostros. Alarga las figuras, presentándolas extremadamente delgadas en unas viñetas tremendamente estrechas lo que aumenta la sensación de fragilidad.
En otros casos —como cuando refleja a las fuerzas del Caos— las presenta retorcidas llegando a parecer deformes. Su arte ha evolucionado respecto al que mostraba en sus primeras obras, al mostrarnos, como resultado de su peculiar uso del claroscuro, unos personajes y ambientes más contrastados. No evita exponer escenas de gran crudeza, como descuartizamientos, sin recrearse en ellas.

Su dibujo ha perdido romanticismo, pero ganado en fuerza.
ADELANTE

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