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domingo, 7 de septiembre de 2008

Elric, el eterno campeón albino -12 de 13


Duke Elric y el dragón.
La saga de Elric finalizaba con la muerte de éste, lo que no significa que no volvamos a encontrárnoslo en otras encarnaciones y en diferentes realidades.
Esta idea aparece desarrollada en el proyecto Michael Moorcock’s Multiverse, desarrollado en doce números por la editorial norteamericana DC. En el relato se entremezclan tres líneas argumentales diferenciadas en un principio, pero que acaban convergiendo al final, pues la búsqueda de The Silverskin (el piel plateada) es el punto de unión entre ellas.

El propio Moorcock se ocupa de escribir el guión de las tres historias, las cuales parecen estar muy conectadas con acontecimientos narrados en la trilogía The Second Ether.
Este hecho dificulta en algunos momentos la comprensión de Moonbeans and Roses, relato que ilustra el gran Walter Simonson.
En este libreto se nos cuentan los intentos de salvar al Multiverso de la amenaza de absorción por parte Los señores de la predectibilidad, que habitan el First Ether. Para ello una serie de personajes se embarcan en un mítico juego temporal —el Zeithjuego—. Los intentos de los jugadores, entre los que se encuentran Simonson y Moorcock, por salvar el Multiverso de esta amenaza de las fuerzas del Orden, se verán dificultados por la intervención de las fuerzas del Caos, dirigidas por el Príncipe Gaynor.
Al final Elric
-->que ha sido convocado a este plano temporal, al hacer sonar El cuerno del destino su encarnación medieval, el Duque Elric, se enfrentará al Silverskin que amenaza al mundo, y no es otro que la esencia del Campeón Eterno.

Un guión sumamente complicado, tanto por la dificultad de su lenguaje —al disfrutar el autor de utilizar palabras híbridas como “jugadero”—, como por lo enrevesado de su trama. No envidio a quien reciba el encargo de su traducción en el remoto caso de editarse en nuestro país.

La historia se convierte en una delicia ocular gracias a los lápices de Walter Simonson, autor que no ha perdido ni un ápice de fuerza en el trazado de su dibujo, y cuya maestría en la composición, y uso del lenguaje visual, aumenta en cada obra.
Su trabajo funde figuras y ambientes, gracias a un magnífico juego de líneas mayoritariamente angulosas que delimitan la perspectiva, a la vez que crea espacios infinitos en los que los personajes o los elementos paisajísticos se escapan de los límites de la viñeta.
Sus figuras se recortan con inteligente simetría, inspirada en un Jack Kirby al que homenajea en varias de sus mastodónticas viñetas, al igual que recuerda su gloriosa etapa en Thor, al presentar unas naves de combate que se asemejan a la cabeza de Bill Rayos Beta.



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