Batman: The Ankh.
Dibujo: John Van Fleet.
DC Comics. Dos prestigios. 48 Págs. Color. 5.95$.
Estamos ante el último relato de Chuck Dixon sobre Batman, después de once años serializando el personaje.
La historia se sitúa tras los sucesos contados en Tierra de nadie y antes de los presentados en Officer Down. En este Gotham donde los vestigios arquitectónicos del pasado son sustituidos por nuevas construcciones, y donde miembros de las familias de más rancio abolengo están desapareciendo, irrumpe la Doctora Khatera Tha.
Un Batman tendiente a hablar de Bruce Wayne en tercera persona, y a no despojarse del manto del Murciélago –salvo por imperativo formal– desempolva sus conocimientos en Egiptología, para rescatar a Robin de una enemiga nacida cuando los faraones dominaban la Tierra.
Lo que comienza como una versión de La Momia, acaba convertido en una revisión de Breve encuentro, gracias a la habilidad de Dixon para plasmar situaciones cotidianas en escenarios extraordinarios.
El avance en la narración no se produce mediante luchas impulsivas, sino que a través de encuentros casuales y conversaciones esclarecedoras.
Lejos está aquel guionista que daba primacía a las escenas de acción, bien estructuradas, en sus historias para Conan o El Castigador.
Lejos está aquel guionista que daba primacía a las escenas de acción, bien estructuradas, en sus historias para Conan o El Castigador.
La única pega es su desaprovechamiento de la presencia de Killer Croc.
Van Fleet, quien ya había firmado con Dixon The Chalice, realiza un soberbio trabajo pintado, combinando elementos de arquitectura funcionalista, con decorados modernistas, y tonalidades crepusculares.
Sus imágenes comunican el mundo interior de los personajes, resaltando las formas sobre los fondos.
La inmortalidad, el deseo de alcanzarla y la maldición que disfrutarla, configura el eje temático de la obra.
Aunque ¿quién desea la eternidad si esta supone milenios de soledad?
¿Quién busca la inmortalidad si conlleva, al igual que en el caso del Murciélago, acechar silencioso en tejados solitarios viendo como el objeto de tu atención, es feliz ajena a tu cariño, con sólo caminar bajo la lluvia?
Nino Ortea
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