Violentas, provocativas, adorables, vengativas,
desesperadas, manipuladoras, locas, misteriosas. Las mujeres
mostradas por Miller explican que el masoquismo sea una
fantasía sexual masculina.
Escasas de ropa, sobradas de maldad, falsamente sumisas,
claramente dominadoras, los personajes femeninos son tan variados
como los masculinos, los cuales desarrollan una vida monótona hasta
que una fémina de la más deslumbrante especie se cruza en su vida
arrojándolos a los abismos de la pasión.
Al ser el cómic un arte tan dotado para los excesos sus
damas atraen como el imán más potente, dañan como un cristal
abandonado en la playa, matan como el veneno más letal.
Dolorosamente hermosas, al contrario que La Sombra, no necesitan
poderes paranormales para nublar la mente del hombre.
Les basta una mirada para convertir al valiente en
borrego, al ateo en creyente.
Los personajes femeninos se adecuan a los masculinos,
pero con las ideas más claras que éstos. Se hacen pronto familiares
al estar muy bien descritas por sus acciones.
Creaciones como Elektra, o Selina Kyle ya eran una clara
muestra de su peculiar idea sobre las damas.
La Historia, las leyendas y nuestras
torturadas existencias rebosan mujeres cuya única función en la
vida es traer males para el cuerpo y tormentos para la mente del
hombre.
A Pandora y su femenina curiosidad debemos la
propagación de los males por el mundo; a Eva y su mujeril seducción
adeudamos la expulsión del Edén y tener que trabajar para ganarnos
el pan. ¿Os suenan Dalila, Salomé, Jezabel,...?.
Es en su retrato de esas mozas que hacen aflorar tus más
secretas estancias del alma, donde la narración de Miller se
muestra más cercana; lo que la vuelve más creíble es su
alejamiento de la misoginia. Sus mujeres no son dañinas, sus hombres
son los pardillos.
Por amor a Goldie.
“Tengo enfrente a una diosa. Me
dice que me quiere. No malgastaré más tiempo pensando en mi
suerte”.
Sin City se
presenta como un típico enigma policiaco. Un tipo duro tras un
resacoso despertar descubre que la desconocida con la que compartió
colchón fue asesinada, iniciando la búsqueda del culpable.
En realidad, cuenta la emotiva historia de un amor
obsesivo, que se convierte en expiación de la sangrienta existencia
de Marv. Éste, sabiendo que Goldie lo usó como escudo frente al
peligro, no puede evitar adorar a una diosa que le ungió en su
gracia.
Tal es su soledad que unos minutos de placer justifican
una vida. El precio por adorar a su deidad es la muerte, prestándose
gustoso, cual Leónidas, al sacrificio heroico
Goldie es esa mujer que sabiendo que te está
utilizando, su cercanía te hace dichoso.
Ese masoquismo de: “Sí, puede que me haga daño, pero
me envidiáis porque me daña a mí”, no nos es ajeno.
¿Quién no ha enfermado por una persona de la que todo
salvo su nombre y aroma le es desconocido?
El
encuentro con Wendy, clónica hermana de aquella, quien lo bendice
con un piadoso conocimiento carnal antes de su ejecución, habla de
las mujeres en las que buscas deseo y hallas piedad.
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